Pasaron dos semanas en las cuales Suma cuidaba de Makio y la ayudaba en todo lo que podía.
Muchas veces la mayor era algo terca y testaruda afirmando que ya no tenía ningún problema y podía cuidarse sola pero Suma no hiba a dar su brazo a torcer.
Las dos se habían vuelto muy cercanas y habían incluso ocasiones en las que Makio trataba a la chica como algo más que su amiga, dándole besos pequeños robados en los labios quedándose a dormir con ella y abrazarla como un koala todo el tiempo.
Momentos los cuales para Suma eran sumamente especiales y únicos.
Ahora mismo se encontraban las dos en la pieza de Makio conversando amenamente hasta que de la nada la peli-negra le dio un pequeño pico en los labios a la menor.
— Gracias por cuidarme apesar de ser terca y testaruda.— Dijo cuando separo sus labios de la menor.
Suma como siempre que ocurría esto estaba paralizada sin mover ni un solo músculo solo escuchando la pequeña voz en su corazon que le gritaba lo que debía hacer.
Y eso hizo.
Tomo a la mayor de sus ropas y unió sus bocas en un beso más largo y duradero.
Makio estaba con los ojos completamente abiertos y Suma tenía los suyos cerrados fuertemente mientras presionaba sus labios con los ajenos.
Makio fue correspondiendo y llevó sus manos delicadamente a las mejillas de Suma donde la tomó suavemente para profundizar el beso.
Se separaron solo por la misera necesidad de buscar oxígeno y Makio volvió a unir sus labios en un beso casto y tierno.
— Eso estuvo de maravilla.— Dijo recuperando el aliento la peli-negra.
— E-enserio.
—Si, fue fantástico no me molestaría repetirlo.—Dijo lamiendose los labios mientras observaba los contrarios.
— Pues que esperas.
Y sin más volvieron a unir sus labios sientiendo como encajaban perfectamente como dos engranes que nunca debieron separarse.