Soy Krum, Karina Krum. Tengo 15 años y estudio en la escuela de Durmstrang, donde el 99% de los alumnos son chicos y el 1% soy yo. Todos los estudiantes que salen y entran por la puerta son hombres, excepto yo. No os voy a mentir, yo debería de esta...
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Llegó el día que más temía. La despedida.
Me desperté con el pelo revuelto y me preparé rápidamente, llegaba tarde a la despedida.
Cuando llegué al gran comedor, la gente aplaudía a Dumbledore pero al verme ahí todos se quedaron en silencio.
—Perdona, señor director, mi reloj iba mal.— mentí.
Creo que Dumbledore supo que había mentido pero aún así no dijo nada.
Después de salir del gran comedor subí a mi habitación a por la maleta, pero no la encontraba.
—¡KASPIAN THEODORE VANDELLVIR!— grité su nombre en el pasillo. —¿DONDE HAS DEJADO MI MALETA?— todos miraban atónitos.
—¡Hey! ¿De qué hablas pequeña renacuaja? Yo no tengo tu maleta.— se defendió.
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—¡Claro que la tienes!
—Karina, tranquilízate. Igor me ha dicho que las maletas ya están en Durmstrang.
—Ah... ah...— me calmé. Miré a Kaspian que no me miraba muy bien. —Oye Kaspian, ¿te he dicho lo guapo que estás hoy?— dije intentando que no se enfadara.
Kaspian corrió detrás de mí y yo desaparecí por los pasillos.
—¡Te encontraré!— lo escuché gritar.
Mientras iba corriendo me tropecé con George Weasley... o Fred, no se quien era.
—Uy, perdón.— me disculpé.
—Tranquila, Krum. Ya nos hemos dado cuenta que estabas escapando de Kaspian, ¿verdad, Fred?— dijo George.
—¡Aja!— asintió este. —Te extrañaremos, Karina. Pero tenemos un regalo para ti, ¿verdad George?