¿Qué es lo que no te gusta?

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Había ido a trabajar mas relajado, no podía negar que la primer sesión de terapia le había logrado ablandar la mente y el cuerpo.

Esa noche no había logrado tener relaciones con Milo puesto a que ambos apenas llegaron a la casa, se quedaron dormidos.

Por la mañana casi se queda dormido, salió apurado al trabajo y hasta sin desayunar, cosa que nunca sucedía.

Al llegar a la oficina, le pidió a Hilda, su secretaria, que le trajera café y croissant rellenos con crema. Aprovecharía a degustar algo rico en calorías ya que Milo al ocuparse siempre de las comidas, procuraba hacer cosas saludable y no lo dejaba nunca comer este tipo de comidas.

Gracias a eso y al gimnasio, ambos eran poseedores de cuerpos que un dios envidiaría.

- Sr. Monnier - interrumpió, la joven de cabello plateado, los labores de Camus - le traje lo que me pidió.

Hilda colocó sobre la superficie de vidrio del escritorio, la taza de café y una caja de cartón que contenía los croissant.

- Gracias señorita Nielsen.

- ¿Necesita algo más?

- No, si necesito algo te llamaré.

Hilda se despidió regalando un guiño coqueto, Camus no le prestó mayor atención y bajo su vista hacia el plano del hotel que descansaba en su escritorio.

Horas mas tarde, Milo llegó con el almuerzo. No solía llevarle de comer seguido, pero estaba de buen humor e intentaba ser atento con su pareja. También por que su instinto escorpiano le decía que la secretaria deseaba probar comida francesa y eso no le agradaba.

No solía ser celoso, no tanto, pero en esta ocasión marcaría territorio antes de marcar rostros.

Seguro de si mismo, como solía hacerlo, salió del ascensor con la lonchera térmica en sus manos.

A pasos firmes y elegantes, contagiado por su pareja, y meneando delicadamente su trasero enfundado en unos jeans negros y remera blanca con inscripciones en el frente y zapatillas blancas. Prendas que tomo prestadas de su esposo ya que su forma de vestir era más atrevida.

Para nada al acuariano le disgustaba su forma de vestir, pero Milo prefería ser más conservador a la hora de presentarse en su oficina.

Una vez que llego al escritorio de Hilda para anunciarse. Quitó, dramáticamente, sus lentes caros, cortesía se Gucci por realizar un espectacular trabajo en su vidriera. Miró desafiante a la peliplata.

- Hola - saludo seco y serio - vengo a traerle el almuerzo al Sr. Monnier.

La secretaria lo miró de arriba abajo, lo había visto muchas veces traerle el almuerzo a su jefe, casi nunca pasaba a su oficina ya que Camus siempre estaba en junta o el joven apurado.

- Claro, lo anunciaré con él.

Hilda tomó el teléfono y apretó el botón de marcado rápido que la comunicaría directo con la oficina del francés.

- Hilda hazlo pasar

Fueron las simples palabras de su jefe al responder el teléfono.

Camus lo había visto llegar ya que las oficinas no eran muy privadas con ventanales a cambio de paredes.

- El señor quiere que pase - le comunico la joven.

- Hum por supuesto - contestó Milo con un gesto de manos.

Se dio media vuelta haciendo que su cabellera azul se moviera como comercial de acondicionador para pelo.

Terapia de Pareja #pgp2023 (CamusxMilo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora