Capítulo 1

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-Para esto pago el Instituto...-protestaba por tercera vez colgando la llamada de un chico.

-¿Esto es en serio? Es indignante Aitana, indignante.

-¿Y qué quieres que haga? ¿Qué me haga una cirugía plástica y destruya mi hermoso rostro?-decía soberbiamente mientras peinaba su lacio y sedoso cabello entre melódicos tarareos.

-Es la tercera vez que me llama un chico preguntando por ti ¿se puede saber en qué andas?-pregunto con autoridad.

-En nada, es lo que ya te dije. Soy tan bonita que todos los chicos del insti quieren conmigo-sonreía seductoramente mientras dejaba el peine a un lado y comenzaba a hacerse una trenza.

-Ya veo; así que prefieres decir que no estás, antes que pararles ahí de una vez ¿Y por qué les das este número?-fruncí el ceño mientras tamborileaba los dedos sobre la mesa.

-Hay ya déjame en paz-puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza a un lado dejando caer su larga trenza tras su espalda.

Ladeando la cabeza agito mi taza de té y bebo un sorbo. Suspiro mientras miro a mi hijastra preparase para el instituto. Sentada en el sofá se estiraba las pantis a la altura de los muslos, las cuales me ponen un poco nervioso. Luego se levantó mirándose de frente en el espejo del salón. La vista trasera era bastante, como decir; su falda ajustada marcaba bastante su fina cintura, sobre todo cuando se sacudía dejando ver ligeramente sus bragas y no debería estar mirando así.

-Deja de estar vacilándome y llévame de una vez a la escuela-se gira de repente frente a mi.

Sus pechos rebotaban al unísono de cada movimiento que hacía. Me he dado cuenta de que tengo que ser más atento con esta chica ¿acaso se puso sostén?

-No digas tonterías, que vacilar ni que nada-me voy levantando lentamente hasta quedar frente a ella demostrando mi autoridad por el tamaño.

-¿Hum? Sabes que hasta un viejo como tu puede fijarse en mí-me sonríe con picardía mientras se acaricia los labios moviendo los hombros coquetamente.

-Respétame más o te buscarás un buen castigo-le digo con el ceño fruncido.

-Hay si tío, como no-pone los ojos en blanco y se cruza de brazos.

-¿Hasta cuándo me pensarás decir tío?

Es hasta preferible mi nombre. Desde que cumplió doce años me ha estado diciendo tío, ya me adapté, pero igual me sigue sonando a burla.

-¿Y tú qué quieres que te diga?-da zapatasos en el suelo mientras me mira.

Bajo la cabeza suspirando rendido. A veces me digo, por mucho que intentes criar a tus hijos con la mejor educación del mundo, siempre van a actuar como ellos quieran, igual no sobra el intento.

-Nada...vayamos de una vez a tu maldito Instituto-digo mientras recojo las llaves del auto de encima de la mesa.

Mientras Aitana caminaba delante de mi no pude evitar mirar su falda.

-Aitana-se gira por mi repentina y seria voz-Arréglate la falda.

Frunce el ceño volviéndose a mi. Por el giro la trenza casi me toca la mejilla, pero vuelve y descansa en su hombro. Noto que un botón más de su camisa se safa.

-¿Y eso por qué? ¿Qué tiene?-se comienza a mirar a los lados.

-Está demasiado corta.

-¿Qué? Hay no me jodas.

Me muerdo los labios conteniendo mi rabia. Es una malcriada.

-A las buenas o a las malas-le digo cruzándome de brazos.

-A ninguna-también hace lo mismo.

Entonces me agacho y rápidamente pongo mis manos en su cintura.

-¡Oye! ¡¿Qué piensas que haces?!-se queja poniéndome las manos en los hombros para separarme.

Bajo mis manos por sus caderas, agarro la tela y la estiro hacia abajo dejándola a la altura correcta. Luego levanté mi cabeza para mirarle, pero los pechos me lo impidieron, así que me acabé levantando.

-No te eduqué para que te vayas exhibiendo por ahí.

Se me queda mirando con cara de enojo hasta volver a girarse en dirección al auto.

En mi adolescencia, cuando conocí a la madre de Aitana, por supuesto, ya estaba embarazada, y acepté a la niña; sabía que ser padre tan joven no seria fácil pero igual lo hice; y para colmo nos abandonó a los tres años. Desde entonces yo y mi familia nos hemos encargado de Aitana.

Pero por alguna extraña razón siento que ella y yo no compaginamos en el papel padre e hija, sin duda alguna.

Llegamos al Instituto en tiempo. Aitana se bajó del auto y con toda la concentración puesta en su celular, entró. Me le quedo mirando.

-¿Ni un adiós? Ese vicio de los jóvenes de hoy en día...-suspiro y vuelvo la vista al volante

¿En serio sigo pensando en arreglar nuestra relación a estas alturas? Que idiota.

Piso el acelerador dirigiéndome a mi humilde trabajo de reportero. Y luego de medio día sentado escribiendo, voy en la tarde a un bar con mi mejor amigo.

-Tengo los dedos entumecidos-digo mientras los trueno.

-Es el trabajo hermano-Brian me da palmadas en el hombro-Por cierto, se te veía un poco distraído ¿Qué pasa?

Pienso unos minutos antes de hablar y bebo un sorbo de mi horchata de melón.

-La relación con mi hijastra...cada vez es más complicada-digo mientras agito mi vaso y vuelvo a beber.

-Vaya Harry, tu hijastra y tú son un caso perdido.

-Lo sé, no me lo tienes que decir.

Apoyo mis codos en el mostrador y hecho la cabeza hacia atrás a modo de estiramiento. La posición en la que tengo que mantenerme en el día no es buena para mi cervical. Necesito un masaje...

-¿Sabes? Te vendría perfecto una distracción ¿Hace cuanto no sales con una mujer?-pregunta Brian levantando y subiendo las cejas.

-Desde el dos mil doce creo.

Escupe su bebida y me mira de arriba a bajo.

-Hombre creo que debes necesitar una reactivación...

Giro mi cabeza lentamente hacia él frunciendo el ceño. Se encoge de hombros y me sonríe.

-Mira hay una página web...

-No me vengas con esas payasadas tuyas de buscar novia por Internet; advertido-le hago una mueca de indignación y el levanta las manos.

-Tranquilo. Solo iba a comentar; porque en verdad creo que te hace falta distraerte, eres muy obstinado.

Le pongo los ojos en blanco y termino de beber.

-Bueno, igual te envié el enlace a tu celular-se levanta del asiento-Bien, adiós amigo; que te vaya mejor con tu hijastra, ponele ojo que el otro día andaba muy bien vestida con un chico.

Frunzo el ceño y antes de que se vaya le agarro del brazo.

-¿Qué? ¿Cuando viste eso?

¿Vienes, papi? ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora