Capítulo 3

14.5K 543 23
                                    

Me miraba con el ceño fruncido, diría que confundida por mi comportamiento. Era inevitable notar su firme trasero tan perfectamente marcado por el apretado short del pijama, ¿No le molesta usar algo así para dormir? No dejé de pensar por un momento; su pose era bastante sensual, tan incitativa, y no debería volver a tener estos pensamientos lascivos con ella. ¿Qué me pasa?

Cuando la veo sentarse enseguida corro prácticamente hacia su lado. Me siento también y pongo mis manos en sus mejillas.

-Aitana...entiendo que me quieras ayudar, pero para eso tendrás más tiempo, por ahora quiero que estudies.

Parpadea mirándome con más confusión. Obvio no será sincera del todo conmigo, pero tal vez pueda hacerla entrar en razón.

-Mira, yo quisiera que, porfavor dejes ese "trabajo de medio tiempo" que tengas, hija-digo acariciando su mejilla con mi pulgar y mirando fijamente a sus ojos.

-¿Qué? ¿Pero qué te bebiste? ¿Por qué quieres que deje que trabajo ahora?  ¡Deja de joderme de una vez!-dice con enojo.

-Pero hija, ese mundo no es para ti...

-¿Mundo? ¿Qué mundo?

Inhalo y exhalo pensando en como hablar a continuación. Trago saliva nervioso y la miro.

-Yo...no quiero que te estés prostituyendo-digo seriamente.

Nos quedamos mirando; estudio al detalle su expresión, la cual se convirtió en una mueca de molestia.

-¡¿Qué?! ¡¿Pero cómo puedes pensar eso?!-exclama locamente agarrando mis manos y quitándolas de sus mejillas; se levanta-¡Me has ofendido! No soy ninguna prostitu...

No la dejo terminar; me levanto también y le abrazo fuertemente. Mi nariz se enreda en su oloroso cabello, que me hacía cosquillas en toda la cara. Entonces acerco mi boca a su oído para susurrarle.

-Perdóname, no te quería ofender... solo estaba preocupado.

Pude sentir su cuerpo tensarse. No se movió por unos minutos, y permanecimos así. Luego empezó a mover los hombros y aflojé un poco mi abrazo.

-¿Pero se puede saber cuál es tu problema? Que raro estás-dice con el ceño fruncido aún un poco apretada entre mis brazos.

-Es que...mi cabeza es demasiado apresurada. Muchas cosas se me unieron en ella; eso es todo.

Aunque aún sospecho por algo, no quiero presionarle ni ponerle contra mi, así sería peor y nuestra relación empeoraría aún más.

-Hump...espero que no se te vuelvan a unir más cosas...raras...Estás loco.

Se queda quieta y en silencio por un momento; no podía ignorar la sensación de sus pechos apretados contra el mío, saber que se iban a ir me entristeció lo admito.

Aitana y yo nos mirábamos como esperando que uno de los dos diera el primer paso. Luego baja la cabeza.

-Oye...me estás apretando muy fuerte...

Seguidamente comienza a frotarse contra mi. Lo cual llega a ser algo bastante inesperado. 

-¿A-aitana...?-tartamudeo nervioso por la situación.

Apoya su cabeza y desliza una mano hacia mi pecho haciéndome estremecer.

-Eres tan cálido...no recordaba la calidez de tus abrazos desde niña...-casi susurraba.

La verdad...es que hasta yo; no recuerdo lo que es abrazar a aquella pequeña, que sin dudas ahora es otra completamente, una chica rebelde e insoportable. Y muy bonita...

Mi cabeza sabía mi papel en la historia, pero a mi otra cabeza le daba igual...mi guerra por controlarlas a ambas a la vez estaba siendo un poco difícil.

-Tío...-susurraba Aitana con una voz suave que jamás me había mostrado.

-¿S-si?-disimulé una sonrisa y apreté mis piernas.

Ya estaba algo incómodo; el abrazo estaba durando más de lo que esperaba. El perfume de Aitana ya me tenía atontado. Tenerla entre mis brazos después de tanto tiempo así tan...crecida; Aitana estaba grandemente bien desarrollada, joder. Pensar en mis manos recorriendo cada curva de su hermoso cuerpo, cada extremo de su suave y delicada piel; tocarla, be...¡¿Qué?!

Abrí los ojos de par en par momentáneamente saliendo de mis fantasías. De repente sentí una tensión muscular en todo el cuerpo. No me creía lo que pasaba por mi mente ¿Era en serio? ¿Desde cuando fantaseo con mi hijastra así? ¡¿Desde cuando me volví así de repugnante?!

Sentir la voz de Aitana me devolvió a la realidad, a la rara realidad.

-Tío...¿Qué está pasando ahí abajo...?-la vi fruncir los labios mirándome con ojos pícaros.

Al haber bajado de mis fantasías, lo pude sentir. Mi parte sensible, ya no estaba muy sensible que digamos...ahí supe que la había cagado.

-¡Ah perdón!-me alejé de ella rápidamente.

Acabé sentado en su cama poniendo mis manos sobre mi repentina erección. Me quedé así en plan de controlar el impulso; no me había percatado de tal reacción momentánea por mi ensoñación; hace tiempo que no reaccionaba así tan solo naturalmente. Esto es extremadamente vergonzoso para mi en estos momentos.

Casi nunca tuve que recurrir a la autosatisfación, pero creo que lo voy a considerar ahorita...

Me mordí los labios y luego suspiré.

¡Si tan solo me pudiera controlar un poquito más! ¿Por qué insiste en actuar por si solo? ¡Deja de pensar por ti mismo!

-Ah...yo...ya me voy.

Gemí inevitablemente; justo cuando me iba a levantar Aitana se sentó a mi lado y puso una de sus manos sobre las mías aún ubicadas en mi entrepierna. La tensión de mis hombros y prácticamente de todo mi cuerpo, aumentó.

-¿A-aitana? ¿Qué estás haciendo...?-pregunto aún confundido y sorprendido por sus acciones.

-Me siento impresionada tío...porque soy capaz de causar ese efecto en ti...-hablaba con una voz suave y calmada.

Es muy diferente de otras veces ¡al igual que esta situación! Se está volviendo demasiado rara. ¿Qué está pasando?

-Eh...me debo ir...-volví a decir un poco nervioso e incómodo por los actos y la mirada de Aitana.

Aún no retiraba la mano del lugar, no sabía que hacer. Repentinamente noté la impresionante cercanía entre los dos. Su atrayente aroma y su fija mirada llena de picardía me seguían volviendo aún más loco...

¿Vienes, papi? ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora