Capítulo 7

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Miraba a Aitana completamente desconcertado.

-No, no te veo como un padre...después de todos estos años que me has cuidado; cuando fui creciendo...me di cuenta; no, estoy segura de ello, yo...siento algo más por ti-se inclinó al medio de la cama más cerca de mi.

Su rostro era serio, pero lentamente sus labios se fueron curvando en una diabólica sonrisa junto con esos escalofriantes ojos pícaros.

-Tío...-se inclinó más hacia delante.

Instintivamente eché mi cabeza hacia atrás casi a punto de caerme de la cama.

-¿Tío? ¿Qué te pasa?-me miraba fijamente a los ojos con los labios fruncidos y las cejas alzadas.

-Aitana...no; esto es mucho que procesar-me levanté con las manos en la frente.

-Hay, no seas dramático-puso los ojos en blanco.

-¿Qué? ¿Acaso eso te parece bien? ¡Te he críado! ¿Cómo me vas a ver de otra manera?-pregunté exasperado.

-Mmm, no se. Las cosas suceden así y ya-se encogió de hombros.

-¿Eh? No no no; está mal; tú y yo...-apreté mi cabeza con las manos; ni creerlo o pensarlo podía.

-Solo acéptalo tío; mis sentimientos y amor hacia ti no es filial-sonreía ampliamente; en cambio, yo me sentía traumado.

-No Aitana...no podemos, no podemos...

-¡Hay por el amor de Dios tío! Ni que no me hubieras mirado con otros ojos ya varias veces-se cruzó de brazos y frunció el ceño, pero luego sonrió-Además tío, pude sentirlo, en ese beso...más todas tus reacciones...Me deseas.

-¿Qué? ¡No!

-Si me deseas tío, no mientas.

-No.

-Si.

-¡No; ya basta!-no pude evitar elevar la voz; ya me estaba atormentado; y tan mal era que mi cabeza parecía que iba a estallar.

Habré echo cosas mal en mi vida, pero ¡creo que besarla fue la peor! ¡mierda! ¿Por qué lo hice?

Levantó las manos como si le hubiese apuntado con un arma.

-Hay ya, no te enojes; pero a diferencia de ti, yo soy completamente sincera-bajaba las manos lentamente mientras me guiñaba un ojo.

Sabía que debía mantener la cordura; los pies enterrados en la tierra y no dejarme llevar por ninguna de sus locuras...eso quería e intentaba.

-Esto...esto debemos seguirlo discutiendo en casa...

El ambiente que emanaba esa habitación me ponía nervioso, no podía seguir más ahí.

Caminé hacia el frente de la cama, y antes de que pudiera seguir avanzando hacia la puerta una mano agarra con fuerza uno de mis glúteos.

-¡Oye! ¡¿Aitana?!-giré mi cabeza para contemplar una vez más la pícara sonrisa que llevaba en su rostro.

-Hay tío, eres todo un idiota, pero puedo decir que una de las cosas que más me gusta de ti es tu firme trasero; quisiera recordar cuando hiciste tantas sentadillas-su mano libre se posó en la otra y a la vez apretaba como si se tratara de un juguete sensorial antiestrés.

-¡Hey, deja de tocarme!-me alejé; ella suspira.

-Ufff, no tienes remedio.

-Eso debería decirlo yo. Esta situación es muy confusa-suspiré también.

Se acomodó sobre la cama; se queda sentada en medio. Luego estira una mano y da pequeñas palmaditas a su lado.

-Ven aquí, siéntate y cálmate.

Rendido me volví a sentar en el suave colchón. Estábamos en silencio, un silencio que no sabía interpretar. La miré de reojo; me sonrió. Me giré y le di la espalda; seguía mi tormento. Tal vez estaba actuando estúpidamente, pero era para lo que daba en ese momento.

Me sobresalto al sentir las manos de Aitana en mi espalda. Frotaba en círculos haciendo énfasis en los omóplatos. Era bastante placentero, hay días en que me duele la espalda.

Cierro los ojos echando la cabeza hacia atrás con la respiración entrecortada; siento tirantez.

-Oh...¿te gusta tío?-oír esas palabras; su cálido aliento tan cerca de mi oído me produció estremecimiento.

Me separé un poco dejando la buena y satisfactoria sensación que daba el movimiento de sus manos en mi espalda.

Aún así me siguieron, pero esta vez recorrieron mis hombros, deslizándose hacia mi abdomen.

-No seas tan terco tío...-volvió a susurrarme.

-Ya para de una vez Aitana. No cederé a nada-suspiré resignado.

Sentí su resoplo. La cama se movió cuando se tiró sentada bruscamente lejos de mi.

-¿Y; bien? ¿Nos vamos a quedar aquí sentados a los extremos de la cama? ¿Sin hacer nada?-se cruza de brazos frunciendo el ceño-Ufff, no aguanto más esto.

-Ya te he dicho que...-no llegué a terminar de hablar.

Me quedé boquiabierto cuando Aitana se quitó la blusa de repente.

Guau, se ven más grandes ahora que cuando tiene puesto algo encima...

-A-a-aitana...no hagas eso...-tragué saliva mientras me mordía los labios y giraba rápidamente mi cabeza a un lado.

Sus manos se posaron en mis mejillas y me obligó a mirarle.

-Dime tío...-se relamió los labios.

-Aitana, no sigas...-apreté los ojos.

Ella se separó y llevó sus manos a la espalda. De repente su sostén se aflojó y antes de que cayera puse las manos sobre sus copas.

-¡Aitana! ¡¿Qué diablos estás haciendo?!-sonrió; luego me di cuenta de mi gran error.

-Oh, que desesperado tío, eso me gusta...-alzó sus brazos y rodeó mi cuello con ellos.

-Aitana...si sigues así no me podré resistir-quería quitar mis manos de sus copas pero pensaba en que sus pechos estarían totalmente descubiertos.

-Eso es lo que quiero tío, que no te resistas más...

Su rostro tan cerca del mío...semidesnuda...ayúdame Dios...

Eché mi cara hacia atrás tratando aún una vez más de resistir ante la tentación...

Frunció el ceño y puso los ojos en blanco. Quitó los brazos de mi cuello y seguidamente agarró mis manos que aún se mantenían sobre sus copas. Continuamente hizo un puchero...

-¿Vienes, papi?-dijo con esa vocecita que se había vuelto característica cada vez que quería algo.

Tras eso quitó mis manos de sus copas haciendo que el sostén cayera sobre el colchón.

¿Vienes, papi? ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora