Físico.

Capítulo 2.

Me encuentro sentada en mi cama mirando el ordenador sin apartar la vista ni un segundo. La verdad es que no es tan difícil después de todo.

-¡Emma! ¿Qué haces todavía despierta?

-Nada mamá, solo estaba buscando información para un trabajo que tengo que hacer.

-¿Para cuándo?

-Para la semana que viene, mamá.

Siempre igual de pesadita. Joder, ¿qué más le dará a ella si estoy despierta o estoy dormida? De verdad.

-Bueno cariño, pues acuéstate ya que es hora.

-Vale mamá, buenas noches. Te quiero.

- Y yo a ti mi vida.

Apago el ordenador y empiezo a pensar detenidamente en lo que mañana voy a empezar a hacer. ¿Lo estaré haciendo bien? Pero piensa que así a lo mejor le empiezas a gustar a Dani... Fuf...Dani. Me lleva gustando tantísimo tiempo que ya ni me acuerdo. Es tan perfecto... Siempre sonriendo, con esa puñetera sonrisa que tanto amo. ¿De verdad que así podré empezar a gustarle? Es la manera más fácil. Y así entre sonrisas de Dani y baños me duermo profundamente.

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~Narrador tercera persona.~

-¡Daniel!-grita la madre del niño a viva voz.

-¡Dime!

-¿Qué haces despierto todavía?

De repente se abre la puerta de su habitación y él apaga el móvil. Buf, menos mal. Parece que no se ha dado cuenta de que estaba viendo la foto de perfil que tanto le gusta. Es tan perfecta... Y él a ella seguro que no le gusta. Sus cabellos rubios y esos ojos grises tan penetrantes... No será capaz nunca de decírselo. Nunca.

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~Narrador primera persona Emma.~

Me despierto. Sábado.
Lo primero que hago es mirar el móvil. Como petan los grupos... Mis buenos días diarios de Héctor, Rocío para ver la película esta tarde otra vez, Valeria, que tenemos que hablar (Pues ahora que lo pienso, si, si que tenemos que hablar sobre eso), Adrián para explicarme lo de los "Víboras" y Dani. Espera un momento, ¿Dani? ¿Daniel Oviedo dándome los buenos días? Creo que estoy soñando. Si, estoy soñando. Emma, estás soñando.

-¡Buenos días, princesa!

-¡Héctor!-digo abalanzándome sobre mi primo. Él si que sabe hacerme sonreír como nadie. Le doy unos cuantos besos en la mejilla y él los corresponde a todos y cada uno. Me suelta en el suelo y entonces mira a mi ordenador. Y me pregunta algo a lo que yo no sé si responder.

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~Narrador en tercera persona~

Adrián se tumba en la cama. No sabe lo que hacer ya. Si le cuenta eso a Valeria la perderá para siempre. Y él nunca permitiría que eso sucediera. Le da los buenos días y ella le responde al segundo. Como le gusta esa chica. Y ahora pasará más tiempo con ella con el caso de los "Víboras". Ya lo tienen todo pensado. Le llega un Whatsapp y lo abre rápidamente. Nada, se había asustado para nada. Solo son Héctor y Emma por el grupo de los seis. Contesta con un "¡Guapos!" Y se desconecta. Esperará a ese Whatsapp que tanto teme que le llegue.

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~Narrador en primera persona, Emma.~

Héctor y yo llevamos poco más de media hora hablando de lo mismo.

-¿Vas a hacer el trabajo de Lengua sobre la bul...qué?

-No hace falta que digas el nombre. Simplemente que me parece interesante y voy a hacerlo sobre eso. Por cierto dentro de veinte minutos hemos quedado con estos y todavía no me he peinado.

-Venga, ve. Y no tardes primita. Que me voy.

-No te preocupes enano. Ya vengo.

Me meto en el servicio. Y me da una corazonada. Creo que esta va a ser una de las muchas veces que nos vamos a encontrar el báter y yo. Pero creo que lo haré mejor al medio día. Que no esté Héctor vaya a que me pille. Me paso el peine por mi largo pelo. Y pienso en los años que me ha costado tenerlo así. Me miro al espejo. Me encanta tener el pelo tan rubio. Y mis ojos. Tan grises. Mi madre dice que son muy especiales. Solo los tenía mi bisabuela. Y yo. Solamente dos personas de la larga familia que tenemos.
Salgo del baño y mi primo sigue sentado en mi cama. Mueve el pie nerviosamente. Cuando me ve para. Y me sonríe. También nerviosamente.

-¿Vamos pequeña?

-Si, vamos primito.

Salimos de mi casa y caminamos hasta el lugar de siempre. Y lo que nos encontramos allí es totalmente impresionante.

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~Narrador en tercera persona~

Valeria y Rocío van camino del sitio característico de su grupo. Por el camino se encuentran a alguien al que reconocen.

-¡Dani!- dicen al unísono.

El chico gira la cara. Tiene una especie de tatuaje en su pecho descubierto. Si, aunque a ellas les pareciera raro, Dani estaba sin camiseta. Y en el pecho tenía una serpiente tatuada. Espera. ¿Dani? ¿Tatuajes?

-Hombre, que niñas más bonitas. Así que vosotras sois las amigas de mi hermano.

Espera, ¿qué hermano?

-¿Qué dices Dani?

-Guapita, yo no soy Dani. Yo soy Jesús.

-¿Cómo?

Ya era tarde. Aparecieron dos motos más. Y en ellas dos monstruos, que junto al monstruo mayor, las montaron y pusieron rumbo donde ellas llevan jugando desde que eran muy pequeñas. Lo que se les venía encima nunca lo hubieran imaginado.

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