Capítulo 3

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Julius se ha ido hace ya un par de horas y yo aún continúo sentada al borde de la ventana. Fuera se ha largado la lluvia. Las gotas resbalan por el vidrio dejando un camino húmedo al pasar y se pierden más abajo a donde ya no puedo verlas.

Masajeo mis sienes pensando que haré mañana, como enfrentare la tormenta que se avecina.
¿Qué es lo que intentaba decirme el Coronel? Lo conozco desde hace tanto tiempo, me recuerdo de niña aprendiendo a cabalgar, los pasos del vals y su contagiosa risa cada vez que intentaba animarme en mis lecciones. Ha sido como un padre para mí, mi fiel consejero jamás me ha ocultado nada hasta hoy.
La lluvia no cesa y ahora siento frío. La humedad traspasa la fina tela de mi camisón cuando finalmente me levanto para apagar los candelabros que iluminan mi cuarto. Quedo a oscuras con solo la luz de la luna iluminando tenuemente , camino con cuidado por la estancia hasta dar con el escritorio y enciendo la lámpara de gas.

Hace mucho tiempo que no escribo, casi creo que he olvidado como sostener una pluma o la textura rugosa del papel. Pero no es cierto, mi mano se mueve con facilidad trazando líneas hasta formar palabras, escribo oraciones y párrafos enteros sobre mis días grises en la Academia, las noches amenas alrededor de la fogata, las risas de mis amigas y lo mucho que las extraño, también sobre mis padres, los veo algunas noches en mis sueños pero sus recuerdos se desvanecen cada mañana al despertar. 

Escribo hasta quedarme sin tinta y sin papel, busco en los cajones y en la biblioteca pero solo hay pelusas y polvo. Todo el material ha quedado en el dormitorio de la escuela, y aunque empaqué todo con antelación los baúles no llegarán hasta mañana en la tarde.  Inquieta tomo la lámpara y decido buscar mas papel y tinta en la sala de reuniones.

Camino con cuidado por los oscuros pasillos de la mansión, vacíos de todo incluso de los viejos cuadros que antes adornaban los muros, ya no hay luces a los lados para indicar el camino, solo sombras y silencio. La guerra también nos ha quitado esto dejándonos deudas y bajas, amargura y dolor.  

Para ubicarme he colocado una mano sobre la pared derecha mientras sostengo la lámpara con la mano derecha, busco el primero recodo donde doblar y si mi memoria no falla en un par de minutos debería llegar hasta el.

Bingo! pienso cuando por fin doblo a la derecha, aquí la luz de la luna ilumina tenuemente el tramo final hasta la puerta de la sala de reuniones, han dejado corridas las cortinas y me asomo un momento para contemplar la vista. También han dejado la puerta de los balcones abierta por alguna extraña razón, pero aprovecho la oportunidad para respirar aire fresco. 

El jardín de lavanda se extiende lejos hasta la pared sur, el aire huele a tierra mojada y lluvia es fresco y reconfortante. Un cielo vasto se extiende majestuoso, la luna menguante se asoma tras una nube. A lo lejos escucho el retumbar de una bomba y luego una nube de humo y fuego. 

Estamos lejos pero no lo suficiente para olvidar que nuestros problemas aun no terminan y quizá estemos lejos de ello. Pienso en Ismael y en lo duro que debe ser el frente, de los horrores que habrá visto y a los que se habrá enfrentado, esperaba ir con el cuando volviera.  

Me olvido del papel, la tinta y de las ganas de retomar un viejo hábito. Quizá más adelante.
Camino por los oscuros pasillos, ahora me parecen más tenebrosos, y mi idea una imprudencia que podría haberme costado caro. Tenemos patrullas pero la seguridad ahora mismo es una ilusión en cualquier parte de la ciudad. La verdad es que no estamos seguros hasta que el conflicto termine.

A media luz me dirijo a mi cama, solo ahora siento el cansancio, mientras me arropo con gruesas mantas de lana.
Antes de cerrar los ojos alcanzo a ver un sobre blanco en mi mesita de luz, me incorporo y lo tomo con cuidado. Un escalofríos me recorre de punta a punta y me estremezco, por lo general la correspondencia la dejan en mi escritorio no aquí. Y es mi doncella la encargada de hacerlo, a no ser que no sea ella quien lo ha traído.

Examino el sobre, es común no tiene firma ni remitente. No tiene por qué ser malo pero no puedo deshacerme de la extraña sensación de que algo está por ocurrir y no puedo detenerlo.
El papel lacrado es de textura suave y gruesa, la caligrafía elegante. 

Reconozco la letra de inmediato pues hace tres meses que espero su respuesta.

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⏰ Última actualización: Mar 23, 2022 ⏰

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