Prólogo🔸️

1.2K 84 7
                                    

La nieve caía sobre la tierra en ese día especial de mediados de diciembre.

Al menos iba a ser un día especial para una persona, aunque esta joven veinteañera aún no lo sabía.

No debería haber sido una sorpresa ver caer la nieve, pero aun así, para la gente que se aventuró en Londres, lo fue. Era la primera vez en tres años que nevaba en Inglaterra, y era la primera nieve que la joven veía desde hacía bastantes años.

Por eso, esta joven no podía creer lo que veían sus ojos cuando se despertó aquel fatídico 18 de diciembre de 2001.

Por primera vez en más de tres años y medio, tenía ganas de levantarse y salir, o incluso de hacer algo que no fuera estar sentada en su pequeño piso, tomando un té, mientras leía un libro de su amplia colección.

Si se la miraba de cerca, se veía inmediatamente que hacía tiempo que no salía. Su piel carecía de cualquier signo de luz solar que pudiera tener si hubiera salido al exterior. Mirando aún más de cerca, se podría ver que tampoco había dormido bien en mucho tiempo. Tenía profundas bolsas bajo los ojos debido a su falta de sueño. Aunque estuviera agotada, no podía conciliar el sueño más que unas pocas horas.

Tuvo que ver demasiado en su joven vida, tuvo que soportar demasiado. Fue demasiado lo que tuvo que entender, hacer y sacrificar en su vida. En pocas palabras: su vida no fue como se suponía desde que recibió esa carta que cambió su vida cuando tenía 11 años. Lo que le dijeron lo cambió todo.

A dicha niña le dijeron que era una bruja. Poco después la enviaron a una escuela sólo para gente de su clase, una escuela para brujas y magos. Al principio, no tenía amigos porque era muy inteligente y no intentaba ocultar sus conocimientos. Encontró sus primeros amigos de verdad en Halloween, cuando fue atacada por un trol de montaña y dos chicos de su edad tuvieron que rescatarla. Esos chicos nunca se separaron de ella, al menos hasta tres años y medio antes.

Luego, uno de ellos, su novio, fue asesinado en esa terrible guerra que les había costado tantas vidas. Tras ese suceso, la joven bruja se volvió cada vez más introvertida, y después de rehacer su último curso escolar dejó atrás este mundo.

Su otra mejor amiga tuvo suerte. Estaba luchando con la pérdida de su mejor compañero, pero su novia le ayudó a sobrellevarlo, de hecho, ambas se ayudaron mutuamente al ver que su novia era la hermana de su amigo muerto. Eran la luz del otro en la oscuridad. Una luz que ella no tenía, y por eso eligió vivir la vida de un muggle, dejar la magia por completo.

No le contó a nadie los planes que tenía y así llegó a que incluso sus amigos más cercanos la creyeran muerta. Desapareció hace dos años y medio, y no tenía intención de cambiar eso pronto.

Hoy era la primera vez en años que mostraba algún signo remoto de felicidad.

Pensó en aquellos tiempos en los que estudiaba en Hogwarts, con todas esas peleas de bolas de nieve que ella y sus compañeros de casa tenían, y recordó aquellos tiempos en los que no era más que una niña, jugando en la nieve mientras su padre intentaba alcanzar al pequeño bulto de alegría que corría por ahí, que era ella.

Recordó aquellos tiempos que nunca habían vuelto. Sus padres estaban muertos, a pesar de todo lo que ella intentó hacer para salvarlos. La única persona en su vida era ella, pero a pesar de no tener ningún contacto social, una chispa de vida la recorría y no podía vestirse lo suficientemente rápido.

Sólo unos minutos más tarde estaba de pie frente a su puerta, mirando al cielo y saboreando el tacto de la fría nieve sobre su piel aún caliente.

Después de unos momentos de estar así, dio un buen paseo por el parque cercano.

Allí, entre toda esa gente, se sentía como Hermione Granger, una mujer que nadie conocía y no Hermione Granger, la mejor amiga de Harry Potter y cerebro del trío de oro. Empezaba a sentirse de nuevo ella misma, se sentía libre después de años de prisión autoinfligida.

Con el fantasma de una sonrisa tirando de sus labios, se tomó su tiempo en su paseo por el pequeño parque cercano a su piso de Londres. A pesar de ser todavía muy temprano, sorprendentemente había mucha gente paseando por el parque. Todos llevaban puestos sus abrigos más cálidos, para no morir de frío mientras disfrutaban de la nieve recién caída.

Poco a poco, Hermione fue encontrando la felicidad en la forma en que los demás se divertían y mientras lo hacía, no vio el pequeño charco helado que había debajo de la fina capa de nieve blanca.

Al poco tiempo, sintió que se deslizaba y empezaba a caer a la tierra gracias a la gravedad. Pero mientras caía, sintió que dos fuertes brazos la aseguraban para que no cayera y la mantenían a salvo junto al charco helado.

𝚁𝚎𝚌𝚞𝚎𝚛𝚍𝚘𝚜 (𝚂𝚎𝚟𝚖𝚒𝚘𝚗𝚎)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora