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Entre parejas, no son compañeros naturales salvo en un sentido físico. Lo habitual es que no nos gusten las mismas distracciones, y que no nos parezcan graciosas o interesantes las mismas cosas, y nuestras vidas cotidianas son tan dispares que a veces es difícil que nos comprendamos mutuamente. Hay pocos hombres que se preocupen de su guardarropa, salvo de un modo muy ocasional, y hay pocos donceles y mujeres a quienes les guste hablar sobre caballos y perros de caza. No obstante, estas numerosas diferencias pueden favoreceros. Elogiadle y agradecedle siempre que os conceda algo de su tiempo y dinero, y veréis que aumenta su generosidad.

Del capítulo titulado, "Convertir la desgana en fogosidad."

El sobre en cuestión estaba entre un montón de correspondencia, y no llevaba sello ni señas del remitente

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El sobre en cuestión estaba entre un montón de correspondencia, y no llevaba sello ni señas del remitente. El secretario de Seokjin, Soobin, un joven delgado de rasgos definidos y porte discreto, se lo entregó algo extrañado.

—Esto... creo que es de su excelencia.

Seokjin cogió el pergamino que le ofrecía.

—¿De mi esposo?

—Sí, señor.

—¿Por qué demonios me iba a escribir una nota?— Era una pregunta ridícula, porque ¿cómo iba a saber su secretario lo que pensaba Jungkook? La verdad es que la mayoría de las veces ni el propio Seokjin lo entendía.

—Parece una invitación, excelencia.— dijo Soobin.

—Eso ya lo veo.— Seokjin examinó el texto por segunda vez. —Resulta bastante interesante que te inviten a tu propia casa. Y aún lo es más que mi esposo haya olvidado hablarme de sus planes. ¿Por qué demonios planea una fiesta campestre?

—¿Una sorpresa, señor?— Soobin recolocó una pila de documentos con su usual eficiencia, y una actitud más discreta que nunca.

Seokjin le miró.

—Estoy de acuerdo— dijo con sequedad. —Es una sorpresa, pero eso no me ayuda a comprender por qué no me dijo ni una palabra sobre ello.

—Su cumpleaños, excelencia.

—¿Mi cumpleaños?

—El día cuatro. Cumplirá usted veintinueve.

—Ya sé qué edad tengo.— replicó con aspereza, sintiéndose un poco tonto. Al pensar en ello, calculó que era la semana siguiente. La verdad es que no le había pasado por la cabeza que su encantador y joven esposo hiciera algo como planear una fiesta para celebrarlo. No sabía si sentirse conmovido o un tanto molesto. Ambas cosas, seguramente. Aunque apreciaba el considerado gesto, también estaba demasiado ocupado para olvidarse de todo e irse al campo a holgazanear durante cinco días, en una casa repleta de invitados.

Jungkook tenía una tendencia infernal a complicar cosas que deberían ser simples.

Suspiró dejando la invitación sobre la mesa, y descubrió un leve rastro del seductor perfume impregnado en el papel.

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