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Cuando ambos estéis familiarizados con los deseos y necesidades mutuas, habrá llegado el momento de sorprenderles, de confundirles, y de hacer que sean conscientes de que solo conocen una parte de ustedes. Puede que cada vez que intentéis algo nuevo descubráis su deseo oculto más profundo, o satisfagáis una fantasía concreta. Porque los hombres las tienen, quizá más que nosotros.

"Del capítulo titulado, Utilizar los secretos en vuestro provecho."

El destino debía estar divirtiéndose a su costa, pensó Hoseok abatido

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El destino debía estar divirtiéndose a su costa, pensó Hoseok abatido. Había hecho aquel comentario cínico sobre los jóvenes torpes con el pianoforte y ahora estaba allí, escuchando una de las interpretaciones más sublimes posibles, a cargo de un jovencito muy hermoso y con un talento enorme.

No podía apartar la vista de Taehyung, inclinado sobre el teclado con el rostro sereno. Como estaba entre el público, tenía una excusa perfecta para estudiar la elegante postura de su cuerpo torneado, el perfil simétrico de su nariz, y la tersura de su cabello negro y brillante.

Maldición.

Extraordinario era la palabra que había utilizado en la conversación con su madre. Al oír a Taehyung por segunda vez había caído en la cuenta de que eso era quedarse corto. El suyo era un don muy inusual, una habilidad única que cautivaba tanto al auditorio que se diría que todo el mundo en la sala, incluido el más ignorante y negado para la música, había dejado de respirar. Nadie tosía, ni carraspeaba, ni se movía en la butaca siquiera.

Hasta ese punto era bueno.

Hoseok se obligó a recordar cuál era la situación real. Taehyung acabaría casándose con algún hombre muy afortunado y aunque tal vez si él lo permitía, tocaría de vez en cuando para un público reducido como el presente, el mundo nunca tendría el placer de apreciar su genialidad.

Era una maldita lástima, en opinión de Hoseok, pero lo cierto es que a él nadie le había preguntado su opinión sobre el tema.

Había reconocido todas las obras que Taehyung había interpretado durante la velada salvo las dos últimas. Para estas no había utilizado partituras, y su expresión pasó de serena a contemplativa, y sus manos gráciles se desplazaron sobre las teclas como si acariciaran a un amante.

Tenía que aniquilar de inmediato esa imagen tan sugerente y esa comparación, se dijo con vehemencia, cuando se puso de pie al terminar los aplausos, y se dio la vuelta sin mirar, para ofrecerle el brazo a la mujer que estaba a su lado.

Resultó que era la señora Ahn, que le lanzó una mirada provocativa con los párpados entornados y le apoyó una mano en la manga.

—Ha sido bastante agradable, ¿verdad?

—Genial —dijo él con sinceridad.

—Parecía usted absorto en la interpretación.

Hoseok hablaba, pero sabía que estaba observando a lord Park. Ese maldito tipo escoltaba a Taehyung, y le decía algo que lo hacía reír. Se controló, atendió a lo que la mujer que llevaba del brazo acababa de decir y fingió una sonrisa, confiando aparentar indiferencia mientras pasaban al comedor.

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