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Si él cambia de comportamiento, anotad la fecha y analizad la causa. Puede que le hayáis impresionado.

Del capítulo titulado, Causa y efecto.

Sus padres no eran las personas más sutiles con las que el Señor había bendecido la tierra, decidió Taehyung, con ganas de meterse bajo la mesa de la cena

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Sus padres no eran las personas más sutiles con las que el Señor había bendecido la tierra, decidió Taehyung, con ganas de meterse bajo la mesa de la cena.

Era doloroso y obvio, y tenía la irritante sensación de que todos los presentes sabían que lo estaban llevando a rastras ante las narices de Kim Namjoon, como si fuera una vaca premiada, exhibida ante un granjero rico.

Para empeorar las cosas, también parecía evidente para todo el mundo que la señora Ahn le había echado el ojo a Hoseok. Quién sabe si se trataba de una tentativa en toda regla de atrapar al soltero más reticente de Inglaterra, o el simple deseo de un interludio placentero, pero si la mujer pensaba que actuaba de manera discreta acerca de sus intenciones, estaba muy equivocada.

Al fin y al cabo, ¿qué era una reunión campestre sin la seducción correspondiente?, pensó Taehyung con tristeza, mientras cogía la copa de vino. En aquel momento, la encantadora Hye-jin se inclinaba provocativa ante su presa, mostrando el escote para sacar el máximo partido de su postura, pues el escaso fruncido del corpiño no conseguía ocultar la curva superior de sus senos en su totalidad.

—Tal vez debería modificar su expresión.

La afable sugerencia lo sobresaltó, y el vino salpicó con cierto peligro el borde de su copa. Namjoon, sentado a su lado gracias a las maniobras de su madre, se le acercó como si le dijera algo privado.

—Él está hablando con ella, pero lo mira a usted. Hacía años que no me divertía tanto.

¿Hoseok lo estaba mirando? No sabía si era así, pero lo cierto es que él se estaba esforzando muchísimo en cambio para no mirarle.

—¿Mi expresión? —preguntó con la voz tomada.

—Se diría que tiene ganas de arrancarle el corazón a él y eso, durante la cena, resultaría excesivo y fuera de lugar.

—Veo que se lo está usted pasando muy bien, milord.

Namjoon rió por lo bajo y desvió la vista hacia el plato de pescado.

«Maldito sea.» Taehyung disfrutó maldiciendo en silencio, y ahogó un quejido ante aquél perspicaz observación. Su madre, que probablemente había visto aquel aparente intercambio íntimo desde el otro lado de la mesa, sonreía radiante.

«Dios bendito, qué pesadilla.»

Taehyung se dedicó al bacalao al horno con fingido entusiasmo, pese a que no tenía ni pizca de apetito. Consiguió engullir unos cuantos bocados y fingió estar centrado en la comida, cuando en realidad estaba pendiente de la sonrisa de Hoseok, legendaria y contagiosa. La luz del candelabro conseguía un efecto malicioso en la estructura de su rostro, que enfatizaba la elegancia de sus pómulos y el trazo seductor de su boca.

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