30. Impregnación de aroma.

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En medio de una guerra, las juntas con propósitos logísticos eran importantes. Todos los líderes de secta importantes asistían a ellas cuando eran llamados a una. Con la muerte de Wen Xu y Wen Chao, ganaron algo de ventaja en contra de Wen Ruohan, tanto, que se encontraban siendo optimistas gracias a ello.

Siendo un elemento importante para el campo de batalla, Wei Wuxian era llamado para asistir a estas. Jiang Cheng le había avisado con anticipación, y, además, Jiang Yanli le había pedido que asistiera. Con la petición de sus dos hermanos, él no podía negarse por mucho tiempo, por lo tanto, prometió que iría al Reino Impuro para la junta a la cual Nie Mingjue había convocado.

O, al menos esa era su intención.

Como siempre, algo tenía que salir mal con él. Era casi como si no pudiera existir sin que alguien llegara para hacerle la vida un poco más complicada.

Sucedió cuando se encontraba caminando por Qingshe, había llegado hacía solo unos minutos y se paseó momentáneamente por la ciudad antes de siquiera dirigirse al Reino Impuro.

—¿Ese no es Wei Wuxian? —escuchó que alguien preguntó. Su mirada se giró a verlos con cautela—¿Por qué Nie Mingjue sigue confiando en él?

—¿Por qué más será? Mata a miles de Wen con tan solo tocar su dizi, mientras esté en contra de los perros Wen, ¿qué importa cómo cultive? —le reprendió otro hombre dándole un zape a quien habló con desdén hacia él.

Con algo de dificultad, Wei Wuxian ignoró las voces que le hablaron tras escuchar los tintes de desprecio con el que aquel cultivador habló de él.

«Mátalo, que se arrepienta de lo que dijo» le decían, entre otras cosas.

Sándalo.

Ese aroma fue el que lo sacó de sus pensamientos, como una luz que disipaba la oscuridad que lo comenzaba a comer, sin poder hacer algo al respecto.

No tuvo que girarse para saber que alguien estaba detrás suyo.

—Lan Zhan, ya te lo dije. No volveré a Gusu contigo —murmuró apenas volteando su rostro por encima de su hombro. Por el rabillo de sus ojos podía ver la silueta de Lan Wangji parado tras él.

¿Eso fue un puchero?

—¿Por qué insistes tanto? —continuó después de ver que el alfa no se movió ni un centímetro ante su negativa. Se comenzaba a exasperar.

«Él también quiere acabar contigo, todos quieren» apretó los ojos y negó mentalmente.

No, él no. Lan Zhan, entre todas las personas que conocía, sería el último que querría hacerle daño.

—¿Acaso tanto quieres matarme, Lan Zhan? —preguntó comenzando a sentir el enojo correr por sus venas. Había algo de traición, también.

Sin embargo, Lan Wangji se vio descolorido cuando Wei Wuxian le acusó. Luego se puso colérico, casi como si el omega lo hubiera ofendido.

—¡Wei Ying! —para sorpresa de varias personas allí, Lan Wangji alzó la voz hacia Wei Wuxian.

Detonando un punto de quiebre en el desnivel mental del omega.

—¡Lan Zhan! —respondió él, como si quisiera hacerle ver que sus pensamientos no eran tan descabellados. Mirando sus túnicas blancas, las que le recordaban de dónde venía.

Con una mirada hacia las personas que, chismosas, los miraban por estar peleando en público, Lan Wangji decidió acabar con ese malentendido de una vez por todas. Ya había llegado a un punto de la ridiculez que no podía seguir ignorando.

Omegacember |Wangxian| 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora