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Kieran salió de su habitación y revisó alrededor por lo que era la décima vez, probablemente más, pero Zack no llegaba aún y odiaba admitir que se encontraba un poco preocupado por el infeliz.

Caminó a la cocina y se preparó algo de comer, su apetito tampoco era bueno que digamos, su cabeza no dejaba de reproducir el evento traumático. Kieran se alarmó muchísimo cuando dejó inconsciente a Zack, sólo fue un pequeño golpe, no sabía que pasaría algo así. Aunque si lo pensaba con claridad esa fue la mejor solución, lo de anoche pasaría a la historia como un simple error de borrachos.

Kieran no estaba seguro de lo que quería conseguir con lo de anoche.

Sin pensar demasiado marcó el numeró de Zack y esperó, la llamada fue directamente a buzón de voz. No podía matarlo con un simple golpecito ¿verdad?

¡Maldita sea! La intención no era esa, sólo quería, bueno… restaurar lo que le quedaba de vergüenza, Zack fue más allá de lo que podía. Marcó otra vez y fue la misma situación, Kieran llamó a su suegra y luego de mucha palabrería de su parte averiguó que Zack había salido de casa por su propio pie, así que el hijo de puta debía estar ignorándole.

¡Vamos! Que él no tenía toda la culpa.

Kieran gruñó y regresó a su habitación, mañana debía despertarse temprano para seguir arreglando el cuarto de los bebés, no tenía ni un minuto para gastarlo en Zack. Veinte minutos más tarde recibió un mensaje de su marido diciendo que no llegaría, que se veían mañana. Por él como si se quedaba toda la puñetera noche bajo la falda donde debía estar, quizás estaba sintiéndose demasiado gay después de pedirle que se… bueno… pues eso y debía arreglar el problema.

Ni siquiera pudo pegar ojo.

Kieran condujo a lo que sería su casa en poco tiempo, al menos ya tenía un mejor aspecto, la cerca estaba completamente arreglada al igual que el césped, Zack estaba meciéndose en el columpio de la entrada, su aspecto no era mejor que el suyo.   

—No te ves bien —Kieran se metió con él, Zack bufó mirando en su dirección.

—¿Te miraste en el espejo?

—No he dormido mucho.

—Ya somos dos —murmuró Zack arrugando la frente.

—Casi no quedan reformas que hacer, terminarán la cocina mañana.

—Quince días y estaremos viviendo aquí —dijo con un suspiro.

—¿Eso no será un problema?

Kieran debía traer el tema ahora o más tarde sería peor, evidentemente Zack supo de lo que estaba hablando cuando lo miró con una ceja arqueada.

—¿A qué te refieres?

—¿En serio seguiremos haciéndonos los tontos respecto a este tema?

—No sé de qué estás hablando.

Sabía que estaba rompiendo el pacto silencioso que habían hecho ambos respecto este tema, Zack estaba tenso como la cuerda de una guitarra.

—Lo sabes perfectamente, el tema por el que terminé golpeándote y no regresaste anoche a casa.

—¿Debemos hablar de ello? Sólo fueron estupideces de borrachos.

—Lo siento si no es tu caso, pero resulta que el alcohol nunca me ha dado ganas de besar a un hombre —Zack torció los ojos.

—Pues empieza a revisar el alcohol que consumes.

—Zack —gruñó, Zack se levantó haciéndole caso nulo.

Matrimonio x contrato (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora