Adentrandose a la boca del Lobo

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Desde que tengo memoria mi hermana era siempre la que hacía los recados.
¿A papá se le olvidó el almuerzo?
Mi hermana se lo traía.
¿La tía nos pedía unos mangos?
Mi hermana se los llevaba.

Y antes de pensar que era maltrato infantil, mi querida hermana era la que siempre se ofrecía y le encantaba caminar, siempre con una sonrisa de oreja a oreja tarareando una canción y dando saltitos esparciendo su alegría por donde pasaba.

Mientras tanto yo me encargaba de ayudar a mi madre en casa, cortaba leña para la chimenea, cosía algunas ropas con uno que otro agujerito-lo cual me encanta- aprendía a cocinar y hacía mis tareas de la escuela, una vida normal.

Hoy la tía Lu nos avisó que nuestra pobre abuela se encuentra enferma, ella vive en el bosque junto a nuestro pueblito, mi madre muy preocupada preparó una canasta con cosas variadas, desde aguas del manantial, frutas, sopas, hasta medicinas y algunas hierbas.

Yo obviamente estaba ayudando a mi mamá, preparando algunos detalles de la canasta.

-Querido hazme un favor, ve a buscar a tu hermana y dile que se prepare para ir mañana-Pidio mi mama con una voz calmada y dulce.

Me dirigí al cuarto que compartía con mi hermana, cuando abrí la puerta encontré a mi hermanita en su cama cubierta por una manta, parecía estar temblando por lo que me acerque a cerciorarme de que todo estaba bien.

-¿Rouge qué pasa querida?

 Puse mi mano en su frente y en mi mano pose mi frente también, por mis conclusiones médicas-las cuales no son muchas-supuse que tenía fiebre por lo que mi preocupación aumentó así que llamé a mi mamá. 

-Fer por favor haz la cena mientras yo me encargó de tu hermana-Y así hicimos, yo me encargue de la cena mientras mi mamá cuidaba a mi hermana.

-Fer tu hermana parece que se resfrío hoy duermes en la sala para no contagiarte.

-¿Y la abuela?-Realmente no me preocupaba dormir en el sofá, lo que sí me preocupaba era mi pobre abuelita quien estaba enferma y no tenía a nadie quien la cuidara en esa cabaña solitaria en medio del bosque.

-No lo se Fer, tu papá está trabajando y yo tengo que cuidar de tu hermana-Dijo mi madre en un tono bastante preocupado, así que tras pensarlo por fin decidí ofrecer mi ayuda.

-Madre déjeme ir a mi, llevare la canasta cuidaré de la abuela y regresaré sano y salvo lo prometo.

-Ir tú…-Mi madre parecía pensar en la opción un poco dudosa, al final soltó un gran suspiro.

-Esta bien, prepárate para ir mañana por la mañana-Últimas palabras de mi madre antes de volver a mi habitación.

Como prometido dormí en el sofá y en la mañana me desperté temprano, preparé el desayuno, me vestí, busqué la canasta y me fui.

Eran aproximadamente las siete, mi madre aún estaba durmiendo por lo que decidí no despertarla.

 El ambiente era algo frío y sombrío gracias a la niebla pero no me importo, llevaba mi caperuza de confianza en conjunto con la de mi hermana, nos gustaba llevar ropa similar solo por las risas he intentar confundir a la gente.

Pensando en las travesuras de mi hermana y yo justo cuando había llegado a la entrada de aquel bosque gigante, al principio dude sin embargo tenía que hacerlo, tome una gran bocanada de aire que sostuve por un tiempo para soltarla en un gran suspiro.

-¡Por la abuela!-Dije con una epice de convicción que pude agarrar y me adentre al bosque sin mirar atrás.

Caminaba por una especie de sendero, miraba a mis alrededores, anteriormente ya había visitado la casa de mi abuela pero nunca solo, por eso estaba un poco cauteloso, poco después me calme al ver que hasta me asuste por un pobre conejito que solo quería pasar el camino.

Rojito y LobitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora