Desde aquel día no volvió a ser lo mismo, parecía no poder escuchar nada más aparte del silencio y dolor de mi alma.
Todo ocurrió a una gran velocidad, los disparos, los gritos, el galope de un caballo que pedia perdon de antemano, mis padres diciendo algunas palabras probablemente un “Te amo” al final, más gritos, unos disparos y… mas nada, tal vez una risa pero más allá de eso tal vez el tronco que me habían escondido gracias a mis temblores, quien sabe si era por el frío o por el miedo y impotencia que sentia.
Reitero que desde aquel día no volvió a ser lo mismo, existían pocas probabilidades de sobrevivir, aún así me aferre a la vida, comer ratas no era tan asqueroso después de todo.
Tuve un crecimiento bastante normal pase de pequeñas ratas a ciervos y a cierto caballo que pedía perdón de antemano, un gran error.
Ahora parecía que tenía que cambiar mi especie a un zorro astuto que tiene que escabullirse, pues ahora aquel cazador sabe que hay un lobo merodeando por ahí ¿No podía pensar en otra cosa?
Parece que tengo habilidades como zorro, pues a pesar de siempre descansar cerca de su casa nunca me atrapo, no es que quisiera que lo hiciera simplemente soy un casi adulto rebelde.
Un día vino una pequeña niña con una caperuza roja, le intente advertir del camino correcto y más seguro para ir, y la muy ingrata se fue por el lado contrario.
¡Bah! Si se quiere morir con un disparo en la cabeza y sin ropa en medio del río, que así sea...La seguí solo para asegurarme de que si moría obtendría su canasta...si solo eso…
No pasó nada.
Después supe que la abuela de una cabaña solitaria a la cual solía visitar y tomar el té con ella estaba enferma ¿Que podría hacer? Solo podía abastecerme de comida si acaso.
Al final intenté escribir una carta como la abuela me había enseñado y se la envié por un ladrillo a la casa que estaba más cerca de la floresta.
Parece que mi acto dio frutos porque al día siguiente alguien vino.
Pero no vino alguien cualquiera, vino aquel chico que me roba suspiros discretos, aquel que desde lo vi tarareando una canción me dejo hipnotizado, tenía la carita de un angel- no es que hubiera visto uno antes-aun con la capa se podía observar su esbelto cuerpo, esos ojos verdes que pueden ver atraves de ti, su cabello castaño claro, todo en él era una obra de arte que valía la pena contemplar
Me hirió el orgullo el ver como estaba reacio a estar conmigo y me inflo más cuando me trajo algo de comida, no se si fue para estar conmigo más tiempo ¿Eso realmente importa?
estaba con él y eso era lo que más me importaba.
-Hola rojito ¿Otra vez por aquí?-Aquí venía de nuevo con porte orgulloso sosteniendo la canasta con sus dos manos al frente.
-¿No ves que estoy aquí lobito?-Sonrío mientras me entregaba la canasta, la cual acepté gustoso mas cuando me llama lobito, no podía evitar sonreír de alegría, en su boca ese apodo era simplemente perfecto.
-Bueno...siempre es bueno cerciorarse, uno nunca sabe-Trate de disimular mi alegría, a pesar de tener sentimientos por él, no sabía si él sentía lo mismo aunque a veces se pone rojito no era seguro decir que mis sentimientos fueran recíprocos-¿Tienes algo para mi?
-Esta vez no lobito, no sobró nada en casa mi hermanita tenía mucha hambre.
-Entiendo, y como esta ella?-Pregunté casualmente, con tal de oír su voz preguntare cosas incluso banales.
-Rouge está bien, enérgica como siempre-Se rio y aprecie aquella sonrisa que me derrite como chocolate al sol.
Seguimos caminando hablando por todo el camino hasta que llegamos a un lugar en donde aquella pequeña cabaña ya era visible y para nuestra sorpresa la abuela estaba afuera en su silla mecedora tejiendo algo.
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Rojito y Lobito
RomanceLos hermanos Grimm habían escrito mal una de sus historias más famosas "Caperuzita roja" y lo peor es que fue apropósito pues no veían viable el contar las cosas tal y como sucedieron. ¿Que cara pondrías si te dijera que Caperuzita realmente tiene u...