Capítulo 6

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Por la sonrisa de Luka, creo que me hago una idea de quién puede ser y no me volteo, sería demasiado obvio, sino que observo por el reflejo de la máquina de café, viendo que, aunque no está completamente definido, ese traje y esa enorme silueta, no pueden significar otra cosa que el hecho de que ese adonis rubio ha vuelto. 

-Qué interesante...

-¿Qué pasa?

-Ayer no vino, y tú tampoco, qué coincidencia, ¿no?

-Luka...

-Yo solo digo, si vuelve a pasar, yo que tú lo pensaría. 

Pongo los ojos en blanco, bebo un trago de café y respiro profundo, antes de ponerme de pie e ir hacia él a atenderlo. Planto mi sonrisa para clientes en mi rostro y me acerco con el menú en la mano, mas cuando lo estoy por dejar frente a él, me detiene. 

-No hace falta, tráeme lo mismo de la primera vez, ¿podrías? 

Rápidamente hago memoria y, como dijo "la primera vez" eso solo puede significar que quiere un café negro solo y dos croissants dulces. Normalmente no me acordaría ni en sueños de lo que me pide un cliente en particular, sin embargo, creo que ya se hizo más que evidente que él no es un simple cliente... me guste tener que admitirlo o no. Aún así asiento en silencio y estoy por retirarme, cuando sorpresivamente, su mano toma mi muñeca, deteniéndome. Cuando bajo la mirada, no sé qué decir ante la forma en la que me observa. 

-¿Sí?

-Lo siento yo solo quería disculparme. 

-¿Por qué?

-Porque el otro día me di cuenta de que te hice sentir avergonzada y no fue mi intención. Sé que dejé una nota, sin embargo, fue porque me llamaron y tuve que irme, yo quería disculparme en persona. 

-Pero, el otro día...

Su rostro se transforma en un gesto de circunstancias antes de soltarme con lentitud. 

-Estaba muy ocupado, muy metido en el trabajo. Lo lamento. 

-No tiene que disculparse, con su nota fue suficiente, aunque no esperaba ni era necesario que lo hiciera. 

-Pues mi madre siempre dijo que, el respeto a una mujer, es primordial.

Su mirada es pesada sobre mí, y la sensación me pone temblorosa, por lo que hago acopio de toda mi fuerza de voluntad y disimulo lo mejor que puedo, sosteniendo mi sonrisa en mi rostro lo más firme que puedo.

-Por favor, señor, no se preocupe, todo está bie...

-Dalton.

-¿Qué?

-Es mi nombre, por favor llámame por él que, cuando me dices "Señor", me siento viejo y solo tengo poco más de treinta.

-Correcto, Dalton. Como estaba diciendo, no tienes de qué preocuparte, todo está bien, no hubo ofensa de ningún tipo y, si lo hubiera habido, la nota fue más que suficiente. Si me disculpa, iré a traer su pedido, con permiso. 

No tengo ni la más remota idea de de dónde saqué esa seriedad o esa capacidad de hablarle de esa forma a alguien como él, solo sé que, en cuanto llego a la barra y le entrego el papel con la orden a Luka, necesito excusarme para ir al baño (cosa que estoy segura de que no me cree en absoluto por la forma en que me mira cuando lo digo) y, sin dedicarle siquiera un segundo más a sus tonterías, camino lo más ligerito que puedo hacia ese cubículo, cerrando la puerta y apoyándome en el lavamanos por unos momentos, intentando recomponerme. Por Dios y todos los santos que existen, ¿qué demonios me ocurre con éste hombre? Ni lo conozco, y aún así, con cada "encuentro", me pongo más y más nerviosa, lo cual es ridículo e inútil. 

Tráiganme un Sugar Daddy doble, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora