Capítulo 3

490 57 24
                                    



(...)

- ¿Bueno?...

(...)

- Mmm... ¿bueno? – repitió.

(...)

- ¿Qué clase de broma es esta? – preguntó en su mente, mirando a la pantalla del celular; ya casi iba un minuto de la llamada y nadie respondía del otro lado. –Será que se confundió- pensó, justo a punto de pulsar el botón para colgar. Pero, enseguida, escuchó una voz.

- ¡Sí, hola! – dijo ella con voz apurada pero somnolienta. - ¿Qué te pasa? ¿Por qué no contestabas? Estaba a punto de dormirme de nuevo, se me va a hacer tarde – le respondió acusadoramente.

Puso el celular en altavoz y lo apoyó a un costado del lavabo – Ese humorcito- pensó, sorprendido y con una ligera sonrisa en el rostro. Dejó que pasaran unos segundos.

- Hola..., ¿qué hubo? – preguntó curioso, esforzándose por sonar casual.

- ¡Ah!... – quedó en silencio por unos segundos- sí, ... ¿Cómo estás? – titubeó ligeramente.

Se sorprendió. Aunque pocas veces la había notado así, la mujer estaba evidentemente nerviosa.

- Bien, parce... gracias por preguntar, ¿Y usted? – le dijo con tranquilidad.

- Sí, creo que todo bien, un poco cansada, últimamente los programas han estado intensos; además han pasado muchas cosas entre las chicas, cada vez se nota más el esfuerzo por llevarnos bien, creo que... - comenzó a hablar como si solo pensara en voz alta.

Dejo que ella siguiera libremente, él solo de rato en rato soltaba algunas afirmaciones: "¡Aja...!", "¡Mmm...!", "Claro, parce". Parecía que nunca se habían dejado de hablar; pero, ambos sabían que no era así. Después de ese infame "cuarto rojo", durante semanas, prácticamente no habían intercambiado más que un par de palabras, apenas se acercaban para saludarse, y hubo uno que otro cruce de miradas a lo lejos. Pero, ya antes habían comprobado que, no importando lo que pasara, cuando volvían a juntarse parecía no haber pasado el tiempo y los disgustos se despejaban rápidamente.

Después de varios minutos, ya le había hablado sobre las chicas, su familia, incluso acerca de las actividades diarias que realizaba en el poco tiempo libre con el que contaban. Ella parecía más cómoda. Y, de alguna forma extraña, le resultaba agradable simplemente escucharla, -solo hace falta tenerla al frente, con unas tacitas de café colombiano- pensó relajado y con una sonrisa en el rostro.

- Siempre que necesites platicar, me tiene a su disposición, mamacita– respondió en automático, pero con sinceridad, cuando ella al fin guardó un silencio prolongado.

- Gracias– él no podía verla, pero sonreía del otro lado de la llamada- en serio-.

- Está bien... ¿te veo en el programa? -.

- Sí, el programa.... ¿Sebas? – llamó nuevamente su atención, él solo hizo un corto ruido como respuesta – yo sé que últimamente no hemos conversado mucho, pero... me gusta mucho hacerlo – le dijo con voz cálida y serena.

- A mí también, eres mi favorita, me encantas, lo sabes – le dijo con voz coqueta, pero segura.

- ¡Ja,ja,ja...! Mañana hablamos –le respondió bromeando. Ambos rieron a la vez.

Seguidamente, hubo un largo silencio. Por alguna razón, que ninguno podía explicar hasta ahora, momentos como este nunca les habían sido incómodos; al contrario, se sentían orgánicos y acogedores, como si fueran necesarios. Ella volvió a tomar la palabra.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 02, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sobredosis de Amor (Sebasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora