Capítulo 1: Fragmento 1.0

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En un edificio abandonado, a mitad de la noche, una mujer salía corriendo de aquel lugar sin mirar atrás. Mientras que en uno de los cuartos del mismo edificio, una mujer de cabello largo se mantenía de pie con dificultad por la puñalada en su estómago, mantenía presión con su mano izquierda.
Miro su herida y luego dirigió su vista al hombre que se encontraba inconsciente, había logrado darle con el taser pero sabía que en cualquier momento despertaría, tenía que irse o llamar a emergencias, camino hacia la pared para apoyarse de espaldas y se sentó en el piso.
—No tengo fuerzas para correr y no creo resistir a qué alguien llegue... Parece que no sobreviviré está vez—dijo con tristeza, tomo su celular y al encenderlo miro que el porcentaje de batería decía 7% el suficiente para hacer una llamada, busco entre sus contactos y comenzó a llamar—. Espero que responda.

En otro lugar, una chica de 21 años estaba en su casa cuando escucho su celular sonar y se acercó para responder.
—¿Bueno?—se escucho la voz de la mujer de cabello largo al otro lado de la linea.
—Bueno—respondió la chica—. ¿Qué pasó?
—Nada, solo quería llamar ¿Cómo estás?
—Bien ¿Y tú? ¿Dónde andas?
—Bien, salí a caminar un rato—rio nerviosa.
—¿Cómo que a caminar? ¿Ya viste la hora?—dijo algo molesta—. Cuando te vea te jalaré las orejas.
—Pero no tiene nada de malo, sabes que me gusta caminar de noche.
—Sé que no tiene nada de malo pero aún así.
—Esta bien, ya casi llego a mi casa... Oye, gracias por todo, por hacerme feliz.
—Eso suena como una despedida—dijo preocupada.
—No, no lo es... Aún no—murmuro lo último para luego hablar animada—. Solo quería agradecerte.
—Esta bien—dijo sin estar convencida—. Tengo que colgar, me habla mi mamá.
—Sí, está bien, nos vemos—dijo antes de ver qué su celular se apagará—. Al menos pude despedirme... Espero que no se enojen los demás—esbozo una leve sonrisa y cerro sus ojos, imaginando a sus amigos—. No, seguramente primero me regañaran y después nos reiremos por alguna incongruencia mía... Tuve una buena vida, no me arrepiento de mis decisiones pero... Me gustaría, si es posible, volver a... Verlo—dijo antes de quedarse dormida.

Unos minutos después el hombre que había caído inconsciente se despertaba aún aturdido, se levantó mirando la habitación hasta que vio a la mujer y su expresión cambio a una de ira.
—Tú, maldita, no creí que la protegerías—dijo al recordar lo que hizo y con la poca luz que entraba por la ventana distinguió la herida en su estómago y sonrió—. Morirás desangrada aquí, ya no puedes protegerlos ¿Sabes que culparan a esa chica, no? Seguramente alguien la vio salir de aquí, solo es cuestión de tiempo para que te encuentren—se dió la vuelta dispuesto a irse—. Solo hay una cosa que me molesta y es esa sonrisa engreída que tienes, escucha y recuerda esto... Ellos te odian y te odiarán siempre—dijo el hombre para después salir por otro lado sin ser visto.

Al mismo tiempo, en la casa de la chica de 21 años, una vez que colgó el celular se acercó al cuarto de sus padres y tocó la puerta 2 veces.
—¿Mamá?
Después de unos segundos una mujer algo somnolienta abrió la puerta—. ¿Qué pasa? ¿Qué hora es?
—No lo sé ¿No me hablaste?
—No—negó la mujer—. ¿Qué haces aún despierta?
—Hablaba por teléfono.
—¿Con quién?—pregunto ahora un hombre acercándose, su padre, algo molesto.
—Con mi mejor amiga—respondió mirando a otro lado sabiendo que si decía su nombre su padre le daría un sermón.
—Si es esa chica ya te dicho que no quiero que hables más con ella, es una mala influencia para ti.
—Ella no es mala—respondió esta vez mirándolo.
—Sairah, escucha a tu padre, él sabe lo que es mejor para ti.
—No—dijo molesta—. No lo sabe, ustedes no la conocen, ella no a hecho nada malo.
—No voy a discutir contigo, ya es noche, ve a dormir—ordeno su madre para después cerrar la puerta.
—Ustedes nunca—murmuro Sairah apretando los puños pero se sorprendió al escuchar la puerta de la sala abrirse y se dirigió de inmediato—. ¿Quién... Por qué llegas a esta hora? ¿Dónde estabas?—pregunto una vez que reconoció que era su cuñada.
—Eso a ti no te importa—respondió indiferente la mujer de 20 años dirigiéndose a su cuarto.
—¿Quién te...—dijo siguiéndola pero se detuvo al sentir que alguien sujeto su mano izquierda, se volteo sorprendida pero no vio a nadie—. Estoy segura que sujetaron mi mano.
Miro la sala con seriedad pero todo lucia normal—. No, estoy cansada, será mejor que duerma—dijo caminado a su cuarto.

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