Capitulo 2: Tiempo

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—Llegue—dijo aliviada una mujer de 26 años al llegar a su casa, busco el interruptor y cerro por un momento sus ojos al sentir la luz—. ¿Otra vez no llego a casa?—Miro la sala pero todo lucía igual—. Ella en verdad es un hombre—pronunció con molestia y tomo su celular para enviar un mensaje—. Aunque no tiene que decirme, seguro pensara que estoy preocupada—dijo riendo mientras buscaba la conversación—. Estoy segura que hable con ella hace 2 días... Último mensaje hace 2 semanas.
Desconcertada dejo su celular en la mesa y se fue a su cuarto, al entrar se detuvo a mirar el cuadro de una pintura hecha a mano, un paisaje de una laguna y unos árboles alrededor.
—Si yo nunca te lo hubiera presentado—dijo acercándose al cuadro—. ¿Las cosas hubieran sido diferentes? ¡Rayos!—dijo casi de inmediato, miro a otro lado y suspiro avergonzada—. Ahora estoy haciendo las mismas preguntas que tú.
Escucho el sonido de su celular y se fue rápido a contestar.

—¿¡Ho...
—Buenas noches, Abigail—dijo una mujer desde el otro lado de la línea.
—Ah, eres tú—dijo algo decepcionada al reconocer su voz—. Buenas noches, Sofía. ¿Qué sucede? No sueles llamarme a menos de que se trate de un trabajo urgente.
—Es por eso que llamo—aclaro la mujer al mismo tiempo que acomodaba unas carpetas—¿Hiciste el informe de la semana?
—Sí, lo deje en tu escritorio.
—Bien, sí, ya lo encontré—dijo al leer en una de las carpetas su nombre—. Una cosa más, el jefe dijo que mañana habría una reunión a las 7:00 am.
—¿De qué? Espero que no sea otra donación "voluntaria" para las reparaciones del establecimiento.
—No pero creo que preferirías eso, será sobre nuestro recordatorio.
—Claro ¿De qué más podría ser? Mañana se cumplirá otro año de ser llamados los perros traidores—dijo Abigail molesta, dirigiéndose al sofá para sentarse.
—Sabes que ese fue el acuerdo.
—No me uni a la policía para ser tratada como un perro o para pagar los platos rotos de otro.
—Lo sé, todos pensamos lo mismo pero los tiempos cambian y nosotros perdimos—le recordó su compañera.
—Los anteriores perdieron, nosotros solo pagamos las consecuencias.
—¿No cambiarás de opinión?
—No, arriesgo la vida por unos civiles que al final del día me seguirán viendo como un traidor mientras que a los militares los ven como héroes, es humillante.
—De acuerdo, al menos trata de mantener la calma cuando el jefe hable. Aún tengo que llamar a los demás, buenas noches.
—Buenas noches—dijo terminando la llamada, coloco su celular en la mesa que tenía al frente.

Se recostó en el sofá boca arriba y observo el techo escuchando el tictac del reloj que estaba en la pared.
—Tú siempre llegas puntual—pronuncio mirando de reojo la hora—. 11:00 pm ya es tarde.

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