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❝ Caperucita roja perdió el interés en los príncipes azules, cuando descubrió que el Lobo feroz tenia todo más grande ❞
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✫ HALLOWEEN SPECIAL ✫
► Historia basada en el anime...
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Los bolsillos de Mei Mei se estaban forrando más que nunca de billetes tan verdes como las bebidas nutricionales preparadas por Scarlett, pues desde que la muchacha propuso la idea de colocarlas en el menú, un nuevo tipo de clientela fue atraída.
La mujer de cabellera permanentemente trenzada estaba tan satisfecha con las ganancias obtenidas que la sonrisa no se le iba de los labios. La temible madrastra disminuyó sus estrictas demandas para con su hijastra, ocasionando la sorpresa de esta misma; la peliazul consideró que el buen humor mostrado por la mujer era una señal para plantearle su deseo de acudir al baile, así que, una mañana, muy animada y llena de positividad, le llevó un delicioso desayuno a la cama y esperó pacientemente a que terminase de degustarlo.
"¿Sabes que puedo escuchar el molesto zumbido de tu cerebrito formulando ideas?"
Para bien o para mal, Mei Mei la conocía desde muy pequeña y sabía identificar a la perfección sus gestos.
"Lo siento, señora", se disculpó de inmediato, dándose una bofetada mentalmente.
"Habla de una buena vez, niña"
Apretando su delantal entre sus delicados y ásperos dedos, tomó una bocanada de aire y habló:
"Se aproxima el baile anual para conmemorar la fundación del pueblo y me gustaría ir"
Mei sonrió luego de haber tragado el trozo de fresa jugosa que explotó en su boca al morderla y se limpió la comisura de sus labios tan sensuales con el pulgar.
"Oh, mi pequeña Cenicienta quiere asistir a su primer baile. Recuerdo que el mío encontré a tu padre... Un hombre apesto y adinerado que me sacó de la pocilga dónde vivía, era tan jodidamente perfecto, tuve mi noche de cuento de hadas", los bordes de su boca se torcieron en una mueca nostálgica. "El golpe de realidad vino al descubir que mi principe aún no superaba la muerte de su primer esposa y que sólo me usaba para llenar el vacío de su corazón, importándole en absoluto mis sentimientos", la mujer apartó la mirada de su plato para clavar sus orbes en la muchacha que, desconcertada por escuchar una parte no contada de la historia, la miraba anonadada. "Y luego tú, mi querida hijastra, pareciendote tanto a ella, ¡Uhh!, tu padre nunca quiso tener hijos conmigo porque temía hacerte sentir desplazada. Aplastó todos mis sueños sobre tener una familia feliz y, sin embargo, nunca dejé de amarlo. Incluso cuando en su último respiro pronunció el nombre de tu madre, como si ella fuese la deidad a la que encomendaba su alma", rió amargamente. "¡Me sentí tan patética por haber desperdiciado mi vida a su lado!, sigo siendo tan patética porque aún después de su muerte jamás he podido entregarle mi corazón a nadie más".
