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❝ Caperucita roja perdió el interés en los príncipes azules, cuando descubrió que el Lobo feroz tenia todo más grande ❞
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✫ HALLOWEEN SPECIAL ✫
► Historia basada en el anime...
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Saltándose cualquier pequeña charla trivial, en el momento que ingresaron al automóvil de Megumi, Scarlett se arrastró hasta el regazo del azabache y emprendieron una sesión de besos. Los fuertes brazos del joven se acomodaron al rededor de la cintura de la chica, manteniéndola lo más cerca posible, tan cerca que podía sentir el aleteo de su corazón al tener pegados sus torsos. Besar a Scarlett era su nueva actividad preferida, tenía los labios más suaves y la lengua más flexible; lo besaba con tanta intensidad que él no podía evitar desear más y más.
"Megu...", ella murmuró, despegando su boca pero él volvió a unirlas y ella perdió el sentido, hasta que el molesto sonido se repitió. "Megumi, espera", lo riñó, depositando pequeños besos sobre la mandíbula del chico que la miraba con frustración, alcanzó el móvil en el bolsillo de su abrigo y atendió. "Hola, papá, ¿Qué pasa?".
Las manos de Megumi dejaron de estar estáticas, comenzaron a correr por la tierna piel expuesta de sus piernas, erizando con el paso de sus frías yemas los poros de la chica que con el ceño fruncido atendía la llamada. Con cautela, Megumi se acercó a besarle el cuello, extasiado por la forma en que el pulso se aceleró bajó sus labios.
"Todavía estoy en la cafetería", con seguridad dió su respuesta, ladeando su cabeza para darle más acceso. "¡¿Qué?!, ¡De ninguna manera voy a permitir que ese idiota pase la noche bajo el mismo techo que yo!", Scarlett dijo en tono exasperado. "¿Cómo que qué tiene de malo, papá?, ¿Qué parte de que ya no me interesa Josh es la que no comprenden?"
Megumi disfrutaba escuchar el rechazo que Scarlett mostraba por su exnovio, sin embargo le molestaba en demasía la terquedad de sus padres, quienes le insistían en que Josh se quedase en su casa para hacerle compañía mientras ellos estaban fuera, la idea de que aquello sucediera le producía un hueco en el estómago. Se hartó de escuchar al hombre mayor al otro lado de la línea, su mano se sumergió entre los muslos de Scarlett y apartó la tela de sus bragas, rodeando de inmediato el brote de nervios que hizo jadear con sorpresa a su pequeña presa, que le dirigió unos ojos abiertos a más no poder.
