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Después de una hora, bajo un fuerte sol de Abril, finalmente fui nombrado. Entré a un lugar pequeño y climatizado. Los nervios comenzaron a invadir mi cuerpo y por alguna extraña razón empecé a sentirme un poco mareado.

– Buenas tardes, Gabriel. – Me saludó un señor demasiado joven para ser llamado señor y demasiado grande para ser llamado joven. Junto a él estaba una señorita de ojos saltones y mirada viva. Y al otro lado del hombre que me saludó, se encontraba un joven con expresión de aburrimiento y fastidio. Respondí al saludo y sentí la mirada de la señorita analizándome de arriba a abajo. Una rara expresión comenzó a crecer en su rostro y eso solo hizo que me pusiera más nervioso. – ¿Preparado para mostrarnos tú actuación?

– No mucho, pero daré lo mejor de mí – El hombre sonrió con ligereza.

– Bueno, adelante. ¿Qué escena nos vas a mostrar?

– La tres.

– Te observamos – Respiré profundo y cerré durante unos segundos los ojos. Sentí la sangre correr por mi cuerpo y azotar contra mis oídos.

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El actor y el aprendizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora