Capitulo XIX

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Algunos pensaban que nunca regresaría Aranza al castillo, pero está ahí bajo el agua en su mundo donde pertenece y todo parecía tranquilo como si nunca se hubiera ido.

Bella: cariño que bueno que regresaste, comenzaba a sentirme sola-la abrazo con ternura-
Aranza: yo también te extrañe tía, pero ya estamos aquí-sonrio y camino al trono, extrañaba sentarse ahí-
Franco: wow amor, cuánto porte-amaba verla sentarse en el trono, parecía una pintura-
Aranza: amor, solo haces que me sonroje -le sonrió con ternura, y el pequeño Abisai lloraba reclamando la atención de su madre-
Franco: ya mi niño, ve con mami-lo dejo en los brazos de Aranza, dónde se quedó tranquilo-
Doglas: bueno Abisai si que extrañaba el reino-se retiro a la cocina para ver cómo iba la comida-

La mañana paso tranquila, los pequeños estaban llenos de energía, aún que eran pequeños les encantaba el agua, tenían un profundo amor por el mar.

Franco: mis niños, hoy están llenos de energía-jugaba con ellos, nunca se cansaba de estar así con ellos-
Aranza: así que aquí estaban, se divierten con papi-se hacerco a ellos mientras se reían los pequeños-
Franco: son tan hermosos, un mejor regaló no podía pedir-beso la cabeza de Aranza-
Aranza: verdad que sí, a veces me pongo a pensar que es mejor dejar el caracol si ya tengo el deseo más profundo de mi corazón-tomo la pequeña mano de Leilani-
Franco: amor, puedes hacer lo que sea mejor para el reino, ya sabes que no me gusta meterme en los temas del reino-la miraba tratando de comprender lo que le preocupaba-
Aranza: ya se, pero no tengo a quien contarle mis problemas, así que te lo cuento a ti mi amor-beso la mejilla de Franco-
Franco: tú cuéntame, siempre estaré para escucharte, eres mi mundo entero igual que estos dos traviesos-los abrazo a los tres mientras reían-

La noche era silenciosa y tranquila, en la superficie se escuchaba el tranquilo mar,  y la luna brilla sobre el regalando un bello paisaje, una joven caminaba por la orilla, creyendo en los cuentos de marineros que escucho, ve de noche al mar y las verás, ellas salen a bailar, y la pueden visualizar un deseo te consideran.

Doglas: no debería andar de noche por aquí señorita-sabia lo que buscaba, ver una sirena-
Hana: me haz asustado-su pulso se había acelerado al escuchar la voz de él-
Doglas: lo siento mi intensión no era asustarle, verá el mar de noche luce calmado pero muchas veces no es así, vaya a casa-estaba protegiendo el reino y a las jóvenes sirenas que salían de noche a tomar rayos de luna-
Hana: solo quiero verlas, se que están ahí, se oyen sus risas-algo la había atraído al mar-
Doglas: ah si?! Que pudo ser, el mar es traicionero-era extraño la joven parecía estar en un trance-
Hana: no lo se, solo escucho que me llama, quiero entrar a lo más profundo, sentir su fría presencia en mi cuerpo-si no fuera por Doglas que la sostenía ya hubiera entrado al mar-
Aranza: que haces, no puede estar aquí, nos pondría en riesgo-se asustó al verlo con una desconocida-
Doglas: mi reina no es lo que parece, esta joven está hechizada, le juro que no la conozco-estaba nervioso este mal entendido le triaria mucho problemas-
Aranza: basta Doglas, sueltala, si está hechizada como dices al entrar al mar despertara-sabia que el mar rompería el hechizo-
Hana: tú la reina la de las sirenas, las incomprendida, que tiene la mente llena de enredos, morirá hoy-sin darle tiempo de reaccionar puso sus manos sobre su cuello asfixiando a Aranza quien luchaba con todas sus fuerzas para quitarla de encima-
Doglas: no se preocupe reina la salvaré-sin pensarlo golpeó a la joven con una roca, dejándola inconciente-

Sin pensarlo tomo a Aranza y le sumergió, como explicaría esto.

El secreto del caracol azul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora