Capítulo 3: Descubrimientos

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Radamantis estaba a punto de perder el control, estaba confundido y completamente fuera de si, golpeaba al azar todo lo que se cruzara en su camino, no llevaba puesto su sapuri y eso hacía que sus manos se dañaran con cada golpe que lanzaba, Minos y Aiacos creían que estaba ebrio, intentaron detenerlo pero cuando se acercaron pararon en seco, había destruido casi todas las rocas que habían alrededor de su templo, sus compañeros sólo lo miraron confundidos.



- ... ¿Qué?

- ¿Qué te sucede Radamantis? ¿Acaso bebiste demasiado?- preguntó Aiacos-

- Puede ser... fuera de mi camino, debo ir a otro lugar.



Se apartaron, pensaron que era algo personal así que dejaron que se fuera. Radamantis caminaba firme pero su mente estaba hecha un desastre, llevaba siete días pensando en que era lo que sentía cada vez que el recuerdo de Kanon atacaba su mente, no pudo más, sólo quería sacarlo de su cabeza, tal era su desesperación, que esa tarde había tomado grandes cantidades de alcohol hasta llegar al estado de embriaguez, no era suficiente y sólo se le ocurrió salir de esas cuatro paredes y desahogar toda su frustración en algo que no gritara por su vida, que mejor opción que el terreno que había a su alrededor.

Una vez sus compañeros lo encontraron aún seguía intoxicado, no sentía dolor físico pero si emocional, si no podía darse una respuesta por sí mismo iría con la persona que tanto ocupa sus pensamientos, fue ahí donde se vistió y emprendió camino hacía el santuario, para cuando encontró a Kanon no pensó absolutamente en nada, su idea se había esfumado y el alcohol en su sistema hacía que sólo asintiera ante las propuestas del caballero, al llegar a Géminis el alcohol empezaba a desaparecer, estaba un poco más lúcido y mientras Kanon lo curaba el observaba todo.

Durante esos minutos se sintió muy diferente, nadie nunca le había prestado atención o en términos más profundos nunca hubo alguien que se preocupara por el, ni el ni Kanon tenían una pizca de malicia en ese momento, se dejó curar por el simple hecho de que lo necesitaba, no había implementos en su templo y debido a su orgullo no le preguntaría a sus compañeros y mucho menos a Hades, se sentía algo inútil al admitir que necesitaba cuidados médicos, y en su infortunio se los brindo su rival, cuando terminó y regreso a su templo, se hizo la pregunta del día.




- ...¿Qué demonios fue lo que pasó? ¿No se suponía que iba a ir al santuario para desquitarme con Kanon?



Paso el resto del día tratando de encontrarle una respuesta a esa interrogante, por otra parte Kanon también estuvo pensativo durante esas horas.



-... ¿Para qué vino aquí? Se que no fue para que lo curara, ese fue un gesto de mi parte, por ahora sólo tengo la duda del porque se lastimó tanto, ni siquiera en nuestros combates había terminado tan herido, pero... la verdad me alivia saber que está bien, bueno en "general"... espera un momento, ¿acabo de preocuparme por el?



Confusión era lo único que inundaba la mente de ambos, no sabían el porque, pero sentían la necesidad de verse, de saber cómo estaban, de tener alguna noticia el uno del otro, todo eso les pareció completamente extraño.

Al octavo día Saga y Aioros habían regresado de su viaje, Kanon le cedió el puesto a su hermano y regreso como si nada a su antiguo puesto, nunca le diría ni una palabra sobre lo que pasó con Radamantis, no quería que el honor del santuario se viera manchado con una noticia como esa, sólo trato de olvidar todo lo que sucedió y se dispuso a poner la mejor sonrisa que tenía para regresar a su puesto con todas las energías y no levantar sospechas de algún disturbio en el santuario. Ese día las visitas de Radamantis desaparecieron, no se presentó ni un día, o al menos eso era lo que Kanon creía.


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