Capítulo 2

20 8 1
                                    

El despertar

Luego de un fin de semana dedicado a la organización de la casa me encuentro tomando mis cosas para guardarlas en mi maleta de deporte y así ir a la academia para practicar kick boxing.

Desde que tengo memoria siempre me han gustado los deportes en los que pueda mover todo mi cuerpo y más si se trata de golpear algo o alguien. Luego de lo que pasó hace unos años con mis amigos me iniciaron ataques de ansiedad. Cuando me sentía muy triste a causa de no llorar y guardarme el sentimiento negativo mi respiración se aceleraba y mi mano derecha temblaba. Según los terapeutas se debía a la respuesta de mi cuerpo por contener tanto para mi sola y no dejarme llorar.

Porque sí, soy de esas personas que no les gusta llorar y sufre en silencio.

Pero ya no me pasa, no he tenido alguna desgracia de momento. Alejarme de mis ex amigos—excepto de Bruno—tiene su punto a favor.

— ¿Tienes las llaves?—pregunta Sara mientras termina de delinearse los labios de rojo.

—Sí, tengo todo—me cuelgo la mochila al hombro y le dejo un beso en la cabeza a mi tía.

—Sabes que si pasa algo no dudes en llamarme, tienes que pedir comida porque no tenemos nada más que huevos y leche en el refrigerados y tú no sabes cocinar. Así que no te olvides de comer—me apunta con su labial ya cerrado en forma de advertencia—recuerda cerrar bien las puertas cuando llegues, no hables con desconocidos, pero intenta socializar. ¿Qué más se me olvida?—se toca el mentón con el labial cerrado—Ah si—me vuelve a observar—llegaré tarde así que distráete haciendo lo que sea.

—Mi nota mental no tuvo suficiente espacio para todo lo que me dijiste, pero creo que puedo sobrevivir sola.

—Muy graciosa, hablo en serio. Cuídate—me abraza y me dirijo a la puerta.

Inicio rumbo hacia lo que se supone que es la academia Dissian. Voy trotando despacio para ir calentando. Paso frente la casa de Gloria la cual está afuera regando su jardín.

—Buenos días, Zoe—me saluda desde su casa con su sonrisa.

—Buenos días, Gloria—levanto mi brazo mientras sacudo la mano y así seguir mi rumbo.

Según las indicaciones de ayer dadas por mi tía debo trotar unas cuatro calles hasta llegar a una panadería, luego girar a la derecha y correr otras dos calles hasta llegar a la plaza del centro y después de allí la podré ver.

El pueblo es agradable, hace mucho calor pero al mismo tiempo se mantiene nublado. Es extraño. Hay personas caminando a su bola y autos por doquier. Es un pueblo mediano, pero se ve que sus habitantes se dan sus gustos. Voy escuchando Call Me Baby mientras observo todo a mí alrededor. Nunca creí llegar a un lugar así, siempre he sido chica de ciudad, pero ¿sabes?, no me incomoda. Al contrario me siento a gusto y más si no estoy cerca de mis amistades arpías y falsas.

Nunca voy a olvidar Suiza, la humillación pública de esa fiesta. En nuestro penúltimo año antes de graduarnos. Fue en una de las fiestas descontroladas de Cloe. La muy envidiosa no podía tolerar que Ben se fijara en mí y no en ella y como lo poca racional que es en una pantalla grande delante de todos los presentes se reprodujo un video donde habían videos míos vomitando después de quedar borracha, algunos bailando descontroladamente, uno besándome con Ben y el que más me dolió y del que más me arrepiento, uno en el que Ben me pasaba de su lengua una pastilla la cual yo recibía con la mía. A partir de allí me tacharon de alcohólica, zorra porque a Cloe le gustaba Ben y de drogadicta.

La sociedad es una mierda.

No solo me dolió la traición, me rasgó el alma saber que quienes alguna vez consideré amigos me humillaran. Lo más injusto es que a mi sola me tildaban de todo eso, pero a Ben lo tenían como a un rey, a Cloe como una santa y al resto del grupo los respetaban. Pero la realidad es que todos éramos una basura.

Corazón Flamante |Trilogía Secretos De Media Noche|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora