3. Vecinos

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12 de enero, día tres
•El gato Lancelot•

*** au mortal ***

—¡¿Escucharon de la recompensa de TREINTA MIL pesos?! —les preguntó Percy a sus amigos.

Nico iba caminando cerca de ellos, cuando no tenía nada que hacer y estaba de humor, su hermana Hazel lo invitaba a pasar tiempo con su grupo de amistades, que con el tiempo también se había convertido en el de Nico.

—¿Que era lo que se le había perdido al dueño? —preguntó Piper.

—Su gato —respondió Annabeth.

—Un gato blanco con puntas grises y esponjoso —apuntó Leo.

—¿Y lo memorizaste? —preguntó Nico.

—Por si me lo llego a encontrar... la recompensa es opcional claro, pero no vendría mal —sonrió Valdez.

—Oí que se perdió a unas cuadras de tu colonia, Nico— le dijo Jason.

—Si te lo encuentras nos deberías invitar a unas pizzas —bromeó Leo.

Nico rodó los ojos y no puso mucha atención al resto de la conversación, no le importaba.

Volvió a su casa sin fijarse en los alrededores, le molestaba vivir por ese barrio, todo tan arreglado y pretencioso. Jason decía que era una colonia de ricos, a Nico le daba igual, él no tenía dinero.

La mañana siguiente estaba regando las plantas cuando pasó un chico de pelo rubio pegando folletos por los postes de enfrente. Nico lo observó un rato con curiosidad hasta que el chico cruzó la calle se acercó a él.

—Disculpa ¿has visto un gato como este? —le enseñó el folleto con la foto de un gato blanco con las puntas grises, igual que el que le habían descrito sus amigos, así que ese era el mentado dueño con la gran recompensa— Se llama Lancelot, pero también responde si le dices Pánfilo.

Nico no pudo evitar soltar una risita, no tenía nada contra los Lancelots o los Pánfilos pero...
—¿No podías llamarlo solo Señor Bigotes?

El rubio también se rió un poco y se frotó la cara, se veía estresado.
—Por favor, si lo ves o sabes algo, avísame. Ahí está mi número de teléfono. Por favor.

—¿Hace cuanto desapareció?

—Cuatro días. Solía salir al jardín a veces pero nunca se iba. —el chico le ofreció uno de los folletos que estaba pegando y Nico lo aceptó.

—Te dire si me entero de algo.

Él siguió pegando folletos en calles más adelante y hablando con algunos vecinos que estaban afuera.

Nico entró a su casa y pegó el folleto en el refrigerador con un imán.
Su padre estaba a punto de irse, había hecho maletas para su viaje y le tuvo que ayudar a subirlas al auto más a fuerza que de ganas.

—No te metas en problemas. —fue lo único que le dijo su padre antes de partir.

"Yo también espero que te vaya muy bien y te la pases genial, papá" susurró con sarcasmo.

Él era así. Se iba de viajes de trabajo al menos una vez al mes, esos solían durar hasta 3 semanas si Nico tenía suerte. Él estaba bien con eso, si bien su padre tenía dinero a él solo le dejaba lo necesario para que sobreviviera en su estadía fuera, así que Nico no podía salir mucho. Pero estaba bien, se aburría un poco (tal vez demasiado) pero no importaba.

Ese día decidió salir, no quería pasar la tarde encerrado.

A la fachada de su casa le hacía falta una pintada, trataba de mantener lindas las plantas pero no podía hacer nada por la construcción en sí. Claro que su padre nunca pagaría por pintar la casa, una casa en la que Nico pasaba más tiempo que el. Sería como darle un regalo a su hijo, algo que jamás haría.

Solangelo week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora