04. Vainilla y canela

212 36 215
                                    

04

━━━━━━ ◦ ◦ ━━━━━━

Vainilla y canela

Los objetos detallados siempre lograron fascinarme. En realidad, contaba con cierta inclinación por aquellas cosas en las que lograba perderme: una gran ciudad, una canción, una obra de arte, algún edificio con estructura antigua. Mientras más detalles tuviese, más atención de mi parte acapararía, porque nunca me aburriría de buscar algo más hasta el cansancio, a pesar de que ese "algo más" quizás no existiese. Tal vez esa era la razón por la que conocía con lujo de detalle los ojos de Harry Styles. Sabía identificar cada línea dentro de ellos, la manera en que el verde menguaba, se azulaba en sectores, se alimonaba en otros. Si se me diese un lienzo y un pincel, sería capaz de retratarlos con envidiada precisión, que hasta Harry se daría cuenta y reconocería que yo sabía de su mirada incluso mejor de lo que él mismo lo haría en toda su vida.

Posiblemente esa era la razón por la que me encontraba tan irritado al saber que otra persona los estaba comenzando a apreciar en un intento de la manera en la que yo solía hacerlo.

Podía ser un fantasma, y desconocía si contaba con cerebro, pero realmente no era estúpido. Mary era una persona que deseaba esconder lo que interiormente sucedía con ella, pero fracasaba terriblemente en el intento: la manera en la que fijaba su mirada en el rostro de Harry, cómo ésta a veces se posaba en sus labios, el hecho vivía intentando hacerlo reír, la forma en que sus manos se apretaban ligeramente sobre sus ropajes cuando el que solía ser mi mejor amigo se acercaba para murmurar alguna confidencialidad; todo era una clara señal de que la pelirroja había comenzado a desarrollar sentimientos fuertes por quien yo menos desearía que así fuera.

Quizás estaba siendo un poco egoísta ¿No es así? Yo ya no estaba junto a él físicamente y no había nada que impidiese que Mary se acercase a Harry, sin embargo, me regodeaba sabiendo que, en la mente del ojiverde no había ningún amor y solamente tenía cabeza para extrañar a su amigo, o sea, a mí. Y, mientras ella intentaba meterse en su rutina, a través de los años yo había incursionado lentamente hasta meterme por debajo de su piel, había ocupado cada una de sus células, aunque no fuera románticamente, yo era el mejor amigo de Harry Styles y siempre sería la persona más importante de su vida. 

Suspiré, llevando mi vista hacia mis manos. Desde aquel día en el que Harry le contó a Mary sobre nuestra casa, habían adquirido la costumbre de pasear a Byron, es por eso que estábamos en una plaza. El otoño había comenzado hacía pocos días y sabía que el día estaba ligeramente frío porque Harry llevaba un gorro de lana blanco encajado sobre su cabello.

Aquel que solía pertenecerme.

A veces deseaba poder volver a sentir el frío sobre mí, envolverme, obligarme a buscar alguna manta para confortar mi cuerpo. Esa era, quizás, una de las más reconfortantes sensaciones que había presenciado en vida. El paso del frío al calor... evidentemente estoy hablando de la situación física, ya que, fue solamente una la oportunidad que tuve de pasar del frío al calor emocional. A pesar de estar muerto, si cerraba mis ojos y realmente me concentraba, todavía podía ubicarme en aquella casa de paredes azules, atestada de gente. Las masas lograban que en los interiores de aquel hogar se formase un calor que contrastaba terriblemente con el frío del crudo casi invierno que esperaba por nosotros puertas hacia afuera, aguardando encontrarnos borrachos y trastabillando cuando aquella fiesta acabase. Sí, si me lo proponía, todavía podía...

—Un latte para mí, un cappuccino para ti —le tendió la chica a Harry.

Rodeé los ojos. Ya todos sabíamos que se había aprendido los gustos del ojiverde, no hacía falta que los exclamase a los cuatro vientos como estaba haciendo en esos momentos, que había ofrecido comprar bebidas calientes para ambos y cuando Harry aceptó la joven no dudó en salir disparada sin oportunidad de que su acompañante le dijese lo que deseaba.

la noche que nos conocimos // larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora