Capitulo 4 | Hemos terminado.

1.5K 104 27
                                    

Devoraba el desayuno a la hora del recreo junto a Alma, Lara y Max. Hablábamos de cualquier cosa, cómo también nos quejabámos de cualquier maestro y demás. Lara era la actual novia de Max, y no puedo negar lo dulce y agradable que es. Su mirada era sincera y brillante, tanto cómo su pelirrojo pelo, bastante cuidado. Típica chica que cualquier chico desearía. ¡Exacto! Hasta yo misma me lo replanteaba...

—Anoche perdí la noción del tiempo con el regalo de Max -frenó un segundo para mirarlo—, mi novio. Y no estudié para el examen de historia.

Alma se atragantó con el café y casi lo escupía del susto.

—¿Era hoy?

Reí junto a Max y Lara. Ellas iban juntas a varias clases, por suerte mi examen de historia sería dentro de una semana, así que tendría tiempo suficiente para estudiar. O no... tampoco es que lo haga al final. Mi hambre se esfumó después de notar cómo alguien se deslizaba a mi lado y subía su brazo para dejarlo caer sobre mi hombro. Fijé mi mirada y tragué lo más que pude.

—Nena. Tengo una llamada perdida tuya, ayer estuve muy ocupado. Tuve que ayudar a mi padre con algo de la oficina —pero será descarado y mentiroso. Apreté los labios, a punto de sacar todo a la luz, pero preferí callarme llevándome una patata a la boca con furia—, pero ahora estoy disponible para tí.

Bajó su mano por mi espalda hasta frenarla ahí.

Detente por favor.

Me removí incómoda.

—Simon —pronuncié, lo observé de reojo —, estoy con mis amigos...

—Si. Y yo soy tu novio —reprochó—, o acaso no lo recuerdas. ¿Necesitas que te lo recuerde?

—Necesita que la dejes en paz —se quejó Alma. Simón se burló con la mirada.

—Tú, no te metas.

—Me meto si quiero porque es mi mejor amiga, gilipollas.

—Relájate un poco. Sólo intento hablar con mí novia —repitió. Cuándo sentí su mano rozar la parte baja de mi espalda suspiré.

—¡No me toques! —chillé, quitándome de su lado con rapidez—. No me toques, por favor.

Frunció el ceño.

—¿Qué estás diciendo?

Lo ignoré, ignoré a todo el mundo y caminé a paso ligero, sentía sus pasos cercanos y su furia apoderar su cuerpo, hasta que un brazo tiró de mi cuerpo. Me quedé a oscuras en una habitación. Su amarre seguía firme.

—He dicho que no me... —cerré la boca. No era Simón. Si no, Damon—. ¡No me toques tú tampoco!

—¿Gema? ¿Estás ahí?

—No —Damon tapó mi boca con rapidez. Me miró incrédulo, me encogí de hombros. Me ocurre cuándo estoy en un estado de nervios. ¡Y ahora mismo estoy muy nerviosa! ¿Por qué? Porque estoy encerrada en una habitación, a oscuras, con Damon.

—¿Gema? —escuché de nuevo, observé a Damon alarmada. Este ya tenía su mirada clavada en mí. Me encogí incómoda. Si sigue mirándome así soy capaz de...

—Vuelve a decir que no estás y te dejo encerrada aquí —susurró en voz baja.

¿Qué podría ser peor? pensé.

Con lentitud comenzó a destapar mi boca, retiró su mano y un pequeño roze se sintió sobre mi labio inferior. Me retiré tan rápido que casi tropiezo con una mesa. Todo estaba oscuro.

—¿Por qué estás en el baño de chicas?

—No estamos en ningún baño, gatita —murmuró segundos después. Tenía razón, un baño tiene luz, ¿no? Y aquí no veo.

DAMON ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora