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— ¡Adiós, gusto en volverlos a ver, señor y señora Bakugou! —Vociferó Kirishima mientras, tanto él como Katsuki tomaban su respectivo camino al trabajo del rubio.

—El placer es nuestro, Kirishima-Kun, Mitsuki me habló maravillas de ti, ahora sé que todas son ciertas. —Agregó el hombre castaño-claro con serenidad. Hace unos días, justo su esposa le comentó que su hijo se había hecho amigo de un joven bastante educado y sangre liviana, lo que a Masaru le entristeció un poco, por haberse perdido tal oportunidad de conocerlo. Pero ahora ve que todo era realmente acertado. Aquél feliz chico de cabellos rebeldes le recordaba tanto una fase de su personalidad, que sin duda alguna ese chico Kirishima lograría buenos fines con su querido retoño. —Fue todo un gusto haberte conocido. ¡Ah! y... Kirishima-Kun.

El teñido detuvo el paso una vez el Bakugou mayor captó su atención, y por reflejo Katsuki hizo lo mismo. — ¿Sí, señor Masaru?

—Cuida bien de Katsuki. —Agregó el adulto con una mediana sonrisa. Kirishima asintió empático y luego miró a su mejor amigo quien también compartía mirada.

—Eso siempre, señor. —Agregó una vez por fin se dio vuelta, y siguió su respectivo paso al lado de su amigo cenizo.



[. . .]

— ¡Tu familia es extraordinaria, blasty! No sabía que la señora Mitsuki tuviera una hermana. —Sonrió.

—No, mi madre es hija única. Camie es una prima putativa, su madre es una vieja amiga de mi vieja. —Normalizó el cenizo.

—Ahh, con razón tenía esa confusión de apellidos. —Aquella chica de mediana estatura, labios pomposos y piel pálida que Kirishima conoció justo ese día. No era realmente familia de su mejor amigo, y en realidad algo le decía a Eijiro que el "Utsushimi" no era el apellido de soltera de Mitsuki. Aunque, es válida la confusión, después de todo, tanto esa chica Camie como Katsuki, eran rubios, guapos y con piel pálida.

Eijiro dejó el ademán de lado y caminó con normalidad. En cambio Bakugou lo miró de reojo tal vez con un leve tic en su ojo, como... si estuviera conteniendo algún comentario.

—Por cierto, idiota. —Vociferó el rubio. —No tienes la necesidad de acompañarme al trabajo, ni de vestir parecido a nuestro uniforme.

Era cierto, no tenía. Pero simplemente Kirishima quería. Por lo que no le costó mucho trabajo textearle a Bakugou, informarle que iría a su casa, y finalmente acompañarlo al trabajo del mismo. Es más, le divertía hacerlo, podría incluso tornarse rutina, quién sabe.

Y no es como que Aizawa -El dueño de la tienda- Le moleste que un par de manos más, -Gratis- Ayuden un poco, con tal no moleste al personal todo bien. Fue lo que el azabache le comentó, y afortunadamente se llevaba de maravilla con todo el personal, desde el estricto Iida -Quien a la final se resignó al ver a Kirishima seguido- Hasta el empleado más cascarrabias, que, casualmente era su mejor amigo.

—Vamos, bro. No digas eso, sé que una parte de ti extrañaba que tu mejor amigo te fastidiara, ¿No es así? —Exclamó Eijiro.

El pálido evitó la mirada de Kirishima chasqueando amargamente su lengua. Quién sabe, puede que el oxigenado tuviera razón después de todo. — ¿Y quién dijo que eres mi mejor amigo, bastardo? yo no lo he dicho.

— ¿Qué? Hombre, no seas así. Nadie a parte de Midoriya y Jiro pasa tanto tiempo contigo, es más me atrevo a decir que yo paso más tiempo a tu lado de lo que ellos lo hacen. —Puchó el canela.

El chico del mercado veinticuatro siete.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora