El tic tac del reloj era lo único que podía escucharse en la gran sala de estar, el novelista estaba recostado sobre su sofá leyendo un libro que obtuvo recientemente. Él no era un gran fanático de las historias con un tema tan retorcido como lo es el canibalismo pero termino enganchándose perdidamente con el libro, tanto que olvido desayunar esta mañana por estar enfrascado en seguir su lectura sin interrupciones; sus ojos se veían un tanto cansados por el trasnocho pero el novelista no iba a ceder ante el cansancio fácilmente, desvelarse noches completas por todo lo que tenga que ver con la literatura ya era un ritual en él.
Estaba tan absorto en su lectura que no se dio cuenta cuando el mapache apareció para recostarse sobre su estómago en un vano intento de separarlo del dichoso libro para recibir cariño por parte de su amo. Chilló moviendo sus patitas sobre la tapa dura tratando de llamar su atención, luego simplemente volvió a recostarse manteniendo su mirada hacía el frente, pero no para ver al escritor exactamente.
—❝¿Es bueno el libro?❞—. Preguntó Ranpo apoyando sus brazos sobre el respaldo del sofá.
Edgar se sobresaltó al escuchar la voz juguetona de su novio, ganándose un buen susto que provoco que se cayera del sofá, su estómago golpeo el suelo y se quejó en voz baja recomponiéndose a los segundos aun con los nervios de punta al ver al detective en su casa. Ranpo río rodeando el sofá para recoger el libro al lado de su pareja y observarlo detenidamente haciendo una mueca de disgusto al leer el título y comprender de qué iba la novela.
—❝Ugh, Edgar no sabía que te gustaban las historias de canibalismo❞—. Hizo una pausa y continuó. —❝En serio, ¿A qué enfermo se le ocurre comer a otro ser humano?, los dulces son cien veces mejores en mi opinión❞—. Admitió haciendo un gesto con la mano.
En cambio Edgar trataba de calmar su creciente pánico. —❝¡R-Ranpo! ¿¡Cómo y cuándo entraste!?❞—. Su tono sonaba alterado.
—❝Hace como cinco minutos, y tú fuiste quien me dio una copia de la llave de tu casa para que entrara sin interrumpir tu trabajo. ¿Ya se te olvido?❞—. Contestó con un tono animado.
Hubo un silencio incomodo que duró por segundos antes de que Edgar se tirara sobre el sofá, apoyando sus codos sobre sus piernas masajeando sus sienes algo sorprendido, efectivamente había olvidado el hecho de que él mismo le había dado un juego de llaves con el objetivo principal de que cuidara a Karl cuando el salía por trabajo o cosas por el estilo, siendo un gran paso en su relación. Respiró hondo y le dio permiso al azabache para que merodeara el lugar como siempre lo hacía cuando lo visitaba.
Lo vio asomarse por la cocina siendo seguido por su mascota Karl, en cuanto salió de la sala volvió a recostarse sobre su sofá tratando de perderse nuevamente en su lectura. Escuchaba la alacena abrirse y cerrarse, probablemente el detective anduviera buscando el tarro de galletas que guardaba específicamente para su pequeño novio glotón. Estaba concentrado en el libro pero aun así le pareció extraño no seguir escuchando ruidos por la cocina. No le tomo mucha importancia y continuó con lo suyo.
—❝¿Sigues con eso?❞—. Ranpo sonaba serio con un tono de desagrado.
Edgar alzó su vista y al instante provocó que sus orbes violetas se conectaran con unas brillantes esmeraldas que le miraban severo. Tragó y se recompuso en el sofá dándole un espacio a su acompañante para que tomara asiento; él de cabellera negrura miraba curioso el libro, leía un poco y luego hacía una mueca arrugando la nariz y escudriñando los ojos. El mayor solo podía quedarse estático en su lugar solo por ver aquella mirada que le revolvía los nervios.
Ranpo lo miró nuevamente. —❝¿Qué tiene esto de interesante?❞—. Preguntó.
Edgar dudo antes de responder. —❝Bueno en realidad me llamo la atención gracias a Clarice, y después de comenzar a leerlo no pude detenerm-❞—.
Edogawa lo interrumpió. —❝¿¡Quién es esa tal Clarice!?❞—. Soltó de repente.
Allan frunció el cejo. —❝¡Ella es la protagonista del libro Ranpo!❞—. Se defendió.
—❝¿Y que tiene ella de interesante? ¡Yo soy mucho más interesante!❞—. Ladró Ranpo.
Comenzó una discusión absurda sobre Ranpo recalcando su talento, su inteligencia, su gran y maravillosa habilidad que le permitía resolver cualquier caso en segundos hasta con las manos atadas a la espalda; su atractivo físico. Mientras Allan solo afirmaba cada una de sus respuestas confundido por los repentinos celos de su novio por un simple personaje de ficción que ni siquiera existía. Al final Edogawa se levantó indignado perdiéndose por el pasillo dejando solo a un confuso escritor procesando detenidamente en su cabeza todo lo ocurrido de repente.
Con la cinta platina del libro marco la página donde se había quedado para luego cerrar el libro; mirando por segundos la tétrica portada y dejando el libro sobre la mesa dispuesto a ir a buscar a su celoso novio. Pero no pudo ni dar un paso cuando el azabache regresó corriendo a la sala con un edredón negro, abalanzándose sobre Edgar, cayendo ambos en el sofá. Ranpo estando sobre Allan. Quien se avergonzó al instante cuando se dio cuenta de la comprometedora posición en la que estaban, su pierna izquierda colgando en el mueble con su pie tocando el piso; su pierna derecha al contrario, estaba levemente recogida temblando por estar entre los muslos del menor de ambos. Edgar estaba hecho un manojo de nervios con miedo a moverse y terminar tocando donde no debía; por otro lado Ranpo los cubría a ambos con el edredón negro, recostándose sobre Edgar como si fuera un felino.
Allan fue calmándose a los segundos, coloco sus manos sobre la espalda ajena dando pequeñas caricias mientras subía por los omoplatos, la nuca, el cabello, deteniéndose en sus mejillas y acariciando con sumo cuidado y amor los pómulos pálidos que se tornaron en carmín. El castaño adoraba cuando el menor se ponía celoso por cosas pequeñas, porque al final terminaba actuando de una forma que no haría normalmente y buscando su cariño y atención. El cual sin duda alguna Edgar estaba dispuesto a brindarle.
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『✩。30 Days of Ranpoe。✩』【Bungo Stray Dogs】
RomancePoesía marcada, curiosidad absoluta, ser polos opuestos los atrajo, y cuando menos se dieron cuenta, habían caído rendido por el otro. ❀*̥˚ Los personajes no son de mi pertenencia. ❀*̥˚El dibujo en la portada no me pertenece, créditos a su autor. ❀*...