¿Qué puedo decir? Soy fan de Harry
Damara
Al parecer necesito "orden en mi vida" necesitaba equilibrio y estabilidad, evitar los extremos y llevar una vida lo más normal posible sin excesos. Probablemente se debía a mis pocas horas de sueño, mi mala alimentación y mi falta de actividad física. Tenía que formar una rutina sana y lograr mantenerla.
Salí del consultorio con mi celular en la mano, mientras tecleaba un mensaje para mi mamá.
Damara: Llego a casa en 20.
Mamá: ¡Damara Sophia Allen! ¡Contéstame las llamadas!
Mamá: ¡¿Acaso crees que te mandas sola?!
Mamá: ¡Vamos a hablar seriamente cuando llegues!
Leí los mensajes por encima e ignoré los 7 mensajes más. Caminé hacia la parada de autobús y me coloqué un audífono en la oreja mientras esperaba a que este llegué.
Empecé a mover la cabeza al ritmo de la música de manera inconsciente y suavemente empecé a tararear la letra.
-Al parecer tienes buenos gustos, Damara- giré mi vista ante la mención de mi nombre y entonces lo vi. Era el chico de antes, me pareció extraña pero agradable la manera en la que mi nombre se deslizaba por su boca.
-Lo sé, gracias.
-¡Vaya autoestima!- dijo irónico.
-No es autoestima, es egocentrismo. Pero, ¿Qué puedo decir? Soy fan de Harry.
Arqueó su ceja, tratando de ocultar una sonrisa burlona.
-Eres divertida.
-No lo soy.
-Que no lo notes, hace que lo seas aún más.
Lo observé de reojo buscando encontrar burla en sus palabras, pero su rostro era sereno y me mostraba que no mentía.
Sonreí de lado. El autobús había llegado, así que me subí, saqué unas monedas del bolsillo y se las entregué al cobrador, luego me aproximé hacia los asientos cercanos a la salida trasera y tomé asiento junto a la ventana.
Volví mi vista hacia la acera donde él se encontraba y para mi sorpresa todavía se encontraba ahí, viéndome.
Me sonrió y luego pronunció algo, a pesar de haberlo escuchado supe lo que dijo.
Ian.
Me despedí de él con la mano, él hizo lo mismo. El autobús empezó a moverse y lo último que pude ve fue como se encaminó en dirección contraria.
***
Apenas crucé la entrada principal, mamá me esperaba con cara de "estás en problemas, señorita". Suspiré y cerré la puerta, lista para el reproche.
-¿Dónde estabas?
-Hola mamá, estoy bien, gracias por preguntar.
-No estoy para tus jueguitos. ¿Dónde estabas?
-En el hospital.
Respondí simplemente, pero eso hizo que cambiara la cara y me mirara preocupada.
-¿En el hospital?- repitió incrédula, pero podía notar el tono de preocupación.- ¿No te sientes bien? ¿Qué pasó? ¡Te dije que no debías saltarte las comidas! ¿Qué dijo el doctor? ¿Tienes anemia? ¿Es grave? ¿Hay que comprar medicina?
Quiso seguir preguntando, pero la interrumpí a tiempo.
-Cálmate mamá, estoy bien.
Aquello pareció calmarla un poco.
» Físicamente al menos... creo.
Murmuré. Me dio una mirada significativa.
-¿Qué se supone que significa eso, Damara?
-¿Sabías que en el hospital hay psicólogos?
Pregunté en cambio, caminando por el salón, analizando las posibilidades de escabullirme a mi habitación en cuanto encontrara el momento.
Parece que quieres saludar a la chancla.
Y podía apostar lo que fuera a que mamá no fallaría el tiro.
-No lo sabía- respondió pensativa- ¿A qué viene eso?
-Pues fui a ver a uno, una en realidad, su apellido es Lennon, doctora Lennon.
Seguía caminando, por el lugar observando todo, pero evitando la mirada de mi mamá. Había un par de fotos familiares colgadas en la pared, había una televisión en un mueble donde también había colecciones de licores de diferentes viajes que habían hecho mis padres. Paseé mi vista por los sillones, había uno grande donde cabían tres o cuatro personas, y cuatro sillones individuales, ordenados estratégicamente por el salón.
-Mírame a los ojos cuando de hablo.
-Perdón- musité.
Tendía a distraerme muy rápido con cualquier cosa, y con cualquier cosa me refería a cualquier cosa. Como en este momento, mi vista dejó de vagar por el lugar y se fijó en mi madre. Me estaba diciendo algo, lucía ligeramente molesta pero mi mente se fijaba en sus ojos, no sabía si debía verla a los dos o solo a uno, así que mi vista viajaba de su ojo derecho, al izquierdo alternadamente. Me cansé y terminé enfocándome en su nariz.
Apenas había escuchado lo que había dicho los últimos cinco minutos, me había estado regañando por no avisar a donde iba, que era peligroso y bla, bla, bla... Cuando terminó de hablar, terminé dándole la razón solo porque quería ir a mi habitación y encerrarme un rato escuchando a Harry.
Me dejó ir, poco convencida de que sus palabras hubieran causado efecto en mí.
---
Hola, perdón por la inactividad.
Espero que se encuentren bien, les deseo lo mejor este año.
Comenten que les pareció.
Me ayudan mucho si dejan su voto y comparten con sus amigos.
Los quiero <3
Mrassley.
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Déjame Ayudarte
Novela JuvenilLa adolescencia es una edad complicada para todos, por eso cuando dos adolescentes con responsabilidades sobre sus hombros se conocen en las menos convencionales circunstancias, donde luego de entablar una corta conversación que empieza a hacerse co...