EL INFORME DE UNA VISITA NUNCA HECHA.
Él se hallaba allí, recostado en su nueva cama de agradable aroma, disfrutando
gustoso la inmensa comodidad puesta en la misma; en su trabajosa creación. Se encontraba solo en la interminable amplitud de aquel reluciente cuarto; igual que en el mucho más reducido anterior, con la tierna compañía de un rechoncho felino recostado mimoso en sus desnudos pies. Ahí dentro hacía frío, no había nadie con quién hablar: extrañaba mucho a Jaume por eso, y se sentía horrible no sabiendo lo que le deparará el destino en su nuevo hogar.Raúl ni siquiera tenía entendido cómo describir su actual estado de ánimo, pues era todo tan extraño: lo que perduraba en sí era la soledad, luego le seguía un fuerte y gordo nudo posado molesto en su garganta, después algo en su pecho oprimía ferviente en su sitio y para concluir, estaba instaurada en su cuerpo aquella horrible sensación que poseía de llorar, junto a la fea desesperación de no poder hacerlo. Para él no estaba muy en claro que era lo que le pasaba, él quería hacer muchas cosas en ese momento y ninguna de ellas era quedarse paciente a aguardar. Más bien, se quería largar, tirarse por la ventana y desaparecer de la vida de una vez por todas, más no podía hacerlo, gracias a su jodida cobardía y elevada frecuencia cardíaca: más inútil no podía sentirse, su ser se asemejaba tanto a un pomposo muñequito de trapo; ligero, demasiado manejable por cualquiera.
Toc. . . Toc, ese solo y seco sonido inundó de pronto sus oídos, agarrándolo desprevenido, en su muy potente declive emocional. Los ojos se le clavaron aburridos en lo que era la dura puerta de entrada, no había más que sólida madera allí plantada; esa que lograba reflejarse en sus oscuros miradores casi imperceptible, la voz de una hombre lo llamó desde fuera. Su cuerpo se tenso notorio al este pensar lo peor.
—Raúl —murmuró, dejando mudo al nombrado abochornado— ¿Puedo pasar? —La educada pregunta descolocó un tanto al muchacho, pues creyó que aquel hombre, siendo su supuesto dueño, entraría en su espacio sin siquiera dignarse a preguntar, destruyendo todo a su paso y tomándolo no cuestionando nada en lo absoluto.
Toda esa situación le parecía extraña, su rol en tal pulcra vivienda era evidente: su cuerpo, básicamente y en breve, se trataría de un contenedor de fluidos indeseados con el único fin de preñarlo. Era una situación horrible, más no alejada de la realidad y él lo tenía muy en claro.
—Claro. . . —soltó confuso, enderezándose en su lugar para recibir a la visita. Las antes prolijas hebras marrones; plantadas en su pálido cuero cabelludo, ahora lucían algo despeinadas, sin embargo, aquello no era nada que no se pudiera solucionar pasando suave su mano por encima de ellas.
El sonriente rostro de un hombre rechoncho y bastante conocido por su persona se apareció por detrás la puerta ya abierta, haciéndose visible antes sus visores. El tipo saludó cortés con su regordetas diestra y no diciendo una palabra, se adentro allí. El ceño del más joven no pudo evitar su notorio rejunte ante tal inesperada actitud amigable a la par que respetuosa.
—¿Qué necesita? —cuestionó el joven, mejorando incluso más la tensa postura y aplanando en consiguiente su enmarañada cabellera resplandeciente; debido a que, según su madre y aquel cuento, la apariencia era lo único importante y más aún cuando un Doncel se encontraba justo en frente de su amo.
Por su parte, Miguel Ángel no dijo nada hasta que no se sentó en la cama. Más cómodo, apoyó sus extendidas palmas en el mullido colchón a sus pies y mirando al nervioso ajeno; con su rostro estando medianamente ladino, suspiró, preparándose para revelar finalmente el porque de su aparición improvista.
—De hecho. . . Nada —comenzó a comunicar sencillo, realmente, no sabiendo muy bien que decir o como rayos continuar—, yo sólo estoy aquí de informante —aclaró, suavizando su mirar sobre el más pequeño ahí delante. Mientras más lo veía más lástima le tenía, pues si se visualizaba en sus zapatos, seguramente, no lograría vivir para contarlo. Él debía de aceptar que ese niño era fuerte: un guerrero nato, increíble soportando situaciones difíciles como lo era la suya. Y lo pero de todo, es que él ni siquiera era el único en tales condiciones—. El jefe vendrá a verte en un par de horas. Quiere conocer a su Doncel lo más rápido posible —rió ante lo soltado por su propia boca. El adolescente se estremeció, de un modo por completo imperceptible, endureciéndose en su lugar; cual firme roca, no entendiendo en absoluto a lo que el mayor se refería.
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⟩ ¡ᴅᴏɴᴄᴇʟ ᴀ ʟᴀ ᴠᴇɴᴛᴀ! ›› Rubiusplay
Fanfiction[ Libro 1 de la trilogía: ¡DONCEL. . . ] Descripción. ❛❛No heridas, no imperfecciones, pureza extrema, sólo. . . belleza y plasticidad. 𝙉𝙖𝙙𝙞𝙚 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚 𝙖 𝙪𝙣 𝙣𝙞ñ𝙤 𝙛𝙚𝙤". •----•----•[...