[15 agosto, 08:28 h]

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A Jungkook le parecía increíble lo hipócrita que la gente podía llegar a ser, cuanto pasaron unos días, tanto paises vecinos como el mismo que se había negado a rescatarlos con vida, se ofrecieron a sacar el submarino.

Jeon los acompañaba sólo por un motivo, traer a su novio de vuelta como le había prometido.

— Coloquen el oxígeno y cuando estén preparados, salten —se escuchó por parte del capitán.

Jungkook se preparó y sin pensarlo dos veces saltó al agua, buceando en busca de su pequeño.

El agua estaba fría y conforme más bajaba la presión en su pecho se hacía más presente.

Tenía orden de rescatar todos los cuerpos posibles pero nadie ayudó a su bebé y él no iba a ayudar a nadie.

Su cuerpo se congeló, más a ser posible, al ver la escena que había quedado.

Buceó hasta el último compartimento, donde se habían refugiado lo veintitrés supervivientes a las dos explosiones.

Y entonces, en aquella silla cerca del centro de mando, hecho una pequeña bolita y abrazando sus piernas, estaba Yoongi.

Quería gritar, arrancarse la piel, golpear a todos esos imbéciles que no movieron un dedo por su pequeño.

Retuvo las ganas de quedarse allí junto al mayor a esperar también su muerte y en cambio agarró su cuerpo con fuerza y comenzó a bucear hacia la superficie.

Una vez llegó a la superficie, dejó atrás el barco de la marina y siguió nadando hacia la orilla, tirando del cuerpo inerte de su novio.

Lo tumbó con cuidado sobre la costa, se sentó a su lado, llorando como un niño, y lo abrazó, le pidió perdón y besó sus heladas mejillas.

— Ya estás en casa, mi bebé —sollozó aferrado al cuerpo de su novio— te traje a casa, te prometí que lo haría...

Acarició con su pulgar la redonda mejilla del contrario, sonriendo triste y con melancolía.

— Por favor, ahora despierta... —murmuró en el oído del mayor— Prometo hacerte feliz.

Llevó su mano a la mano del mayor con la intención de entrelazarlas, pero el mayor ya parecía estar sosteniendo algo.

Abrió la mano contraria, la cual estaba casi inmovil, con toda la delicadeza posible y se encontró con una pequeña caja negra.

— La sorpresa —se recordó a sí mismo.

No, no la quería abrir, pero su novio estaba muy emocionado por darle esa sorpresa, y él no pudo nunca negarse a su novio.

A regañadientes terminó abriéndola y su mundo se le cayó encima al ver esos dos anillos de compromiso relucir con la luz del sol.

— Claro que quiero, Yoongi —habló en un hilo de voz.

FIN.

cinco horas ↬kookgi au↫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora