8. El nuevo don

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No quería que la abuela Madrigal, Mirabel o que cualquiera pudiera intentar acercarse a mí ahora que estaba solo, así que fui a esconderme detrás de las escaleras.

Me pregunto si Camilo estará bien, su abuela parecía molesta... Ni siquiera me molestaré en preguntarme por qué se molestó, me da la impresión de que esa señora encontrará dónde sea una razón para molestarse.

Me recuerda un poco a mamá, y a su esposo. Siempre parecían estar quejándose, o discutiendo.
Los únicos momentos en que los vi tranquilos, ni siquiera felices, fueron... Ah, esos últimos días. Por supuesto.

- ¿Hmm?

La casa me trajo de vuelta de entre mis pensamientos, ya que una hilera cercana de placas del suelo de movió un poco en mi dirección, como cuando me estuvo señalando a dónde ir el primer día que vine aquí.
¿Debería moverme de aquí...?

- ¡Bu!

- ¡Aah...! Ay, duele...

El chico Camilo me apareció a un lado literalmente de la nada. Podría decir que pegué hasta un pequeño brinco del susto, pero ya que estaba sentado detrás de las escaleras mi cabeza chocó con algo de fuerza contra estas.
Casi sentí como si se me hubiera partido la cabeza en dos, y de inmediato me acurruqué en mi lugar mientras me llevaba las manos al sitio del golpe.

- Ay, ¡Lo siento, solo quería sorprenderte! ¿Estás bien?

Aún cuando parecía auténticamente preocupado, se notaba que el chico se estaba esforzando para aguantar la risa.

Pues si era su intención vaya que me sorprendió
Ah, como duele... Por lo menos parece que no sangré, pero eso no lo hace menos doloroso.

El chico se disculpó en repetidas ocasiones mientras me acariciaba el brazo, supongo que a un modo de torpe disculpa.

- ¿Te duele mucho? Ah, espera aquí, iré a traerte algo para el golpe

Escuché a Camilo marcharse, y yo me limité a quedarme acurrucado en mi sitio mientras cerraba los ojos.
De acuerdo, ya duele un poco menos... Al menos ya no siento que me va a explotar la cabeza. Pero siento que si abro los ojos voy a marearme...

Decidí esperar un poco, hasta que estuve más o menos seguro de que no me iba a morir si me movía, y solo entonces me animé a levantar la vista mientras abría los ojos.
Maldición, no pude evitar que me lloraran un poco por el golpe.

Me sequé torpemente las lágrimas con una mano, mientras que con la otra fui a recoger a mi Camilo del piso.
Lo había soltado por accidente cuando me di el golpe.

- ¡Aquí está! Perdona si me tardé, es difícil cuando hay tanta señora en la cocina

Tardé un momento en darme cuenta de que el hombre que llegó a mi lado era Camilo, incluso cuando lo escuché hablar.
De hecho, había retrocedido un poco hasta que volvió a su apariencia original. Supongo que él no tenía permitido entrar a buscar... ¿Una arepa?

Miré un momento la arepita que me ofrecía, y después lo voltee a ver a él, intentando descifrar si es que hablaba en serio.
Él me regresó la mirada y estiró un poco más su mano, insistiendo con lo de la arepa.

No le pido medicina, tal vez vendas o algo frío... ¿Pero qué se supone que haga con una arepa?

- ... ¿Q-qué se supone que haga yo con eso?

- Comértelo, ¡Está rica...! Ah sí, la probé mientras venía, lo siento. Se me antojó

Ay pero por... Si no me siguiera doliendo la cabeza por el golpe probablemente me molestaría un poco, ¿Por qué sigue jugando con esto?

Camaleones / - Camilo X Male Reader -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora