Capítulo 01: Pretextos en un bar.

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El calor de tan amarga bebida acariciaba con vehemencia, la rosada y suave garganta de aquella hermosa joven. Nadie imaginaría tanta elegancia hasta en la dama más pulcra, mientras se mantenía ocupada bebiendo alcohol de esa clase en tiempos como aquellos. Incluso los hombres de aquel ruidoso y mal oliente bar quedaban maravillados. Tanta pureza. Tanto primor. Tanta elegancia y sofisticación. Tanto, en una simple pero hermosa dama; bebiendo otro trago de whisky, y otro y otro, sin parar y sin parar.

Aquella dama rubia de vestido rojo e importante cantidad de joyería puesta, parecía disfrutar de su sola compañía en aquel bar, mientras el alcohol la quemaba pero no terminaba de embriagarla. Se veía magnífica. Siempre sonriente y con la cabeza en alto. Algo coqueta y atenta a los tratos del mozo. Aunque cualquiera presumiría que alguien la dejó plantada, porque tan hermosa dama no va a un bar de esa clase a simplemente estar sola.

Hasta el más borracho de los borrachos hombres que por allí desquitaban sus penas, posaba incrédulo su mirada en la joven. Sí, joven. Seguramente veintitantos años. Sería un desperdicio verla soltera, y cualquiera creía que tendría oportunidad al no ver sortija o alianza brillante en sus blancas manos.

Pero la dama ignoraba todo hombre que se le acercara. Solo posaba la mirada en el mozo, y este le sonreía pasándole otro trago de whisky sin rechistar. Los encantos femeninos surtirían efecto cuando le conviniera y supiera usarlos. Su hermosa y sabia madre se lo enseñó a aquella rubia.

La dama siguió bebiendo mientras su melena rubia era soñada al tacto por cada hombre que pasaba. Por cada caballero y no caballero que viese desnudez en aquellos delgados hombros. Por cada vez que la mujer cruzase una pierna sobre la otra y rozase el mostrador, en un continuo movimiento que destacaba impaciencia y desespero ante la soledad.

Su cita no la fue a ver, y eso la enrabiaba, así que desquitaba su rabia con el licor, para apagar esa llama de dolor y seguir volteando las miradas de cualquier hombre a su alcance, pero no de la mujer a la que quería ver mirándola.

─ ¡Otro!, caballero. ─la rubia ordenó, ya con un tono de voz que empezaba a flaquear, demostrando el estado de la mujer luego de tanta media hora bebiendo.

─ Como ordene, señorita.

─ Y otro para mi amigo. El que no deja de mirar mis piernas como si le permitiese colocarlas sobre sus hombros algún día, dentro de sus repulsivos sueños de hombre desahuciado. ─la rubia volteó a ver al mismo lado al que miró el mozo. Ciertamente, el caballero de traje negro y sortija en mano no era muy discreto con lo que admiraba, mientras permanecía a un metro sentado─. ¿Le apetece lo que ve?, estimado caballero.

─ ¿Es una oferta o una petición?

─ ¡Es una propuesta para follarme a su esposa! ─y el alcohol nuevamente demostró su efecto en la mujer, mientras el hombre hacía una mueca asqueado y se retiraba. El mozo por su parte, dejó de servirle a la dama─. Asqueroso depravado. Por esto los hombres de hoy me dan asco.

─ Si me permite dudar, señorita a la que no conozco pero me causa intriga. ¿A qué ha venido a este bar lleno de hombres, si los hombres de hoy le dan asco?, por ahora.

─ Vine a una cita.

─ La dejaron plantada.

─ ¿Y usted qué cree?

─ Que sería una lástima, porque el caballero que la hizo esperar no sabe lo que está desperdiciando.

─ Ooh, eres tan dulce, Emin.

─ Soy Joseph.

─ Sí, tan dulce, Emin. Si fueses Donna ya mismo te besaría.

─ ¿Donna? ¿Esa era su cita?

· 𝐌𝐄𝐈𝐍 𝐋𝐀𝐍𝐃 · || ᴍɪʀᴀɴᴄɪɴᴀ ꜰɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora