Capítulo 07: El corazón en la propuesta acérrima

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─Los doctores terminaron de revisarla. La sangre no era perteneciente a ella ─informó la mujer alta a través del teléfono. Un suspiro audible del otro lado de la línea se distinguió─. Pero... aún seguiré insistiendo en que la vea un especialista de la salud mental. No se encuentra bien emocionalmente, y no dormiré hasta que ella pueda hacerlo. No sé de qué es capaz de hacer en su delicado estado. ─Las últimas palabras se sintieron densas, pesadas; con una carga de temor, consternación y angustia atascándose en su garganta. La mujer no quería admitirlo, pero de verdad temía por la salud de su hija mayor.

─Lo entiendo. De verdad deseo que se recupere, tanto Bela como todas ustedes también. Desearía poder brindar algún tipo de consuelo ─confesó apenada la mujer de cabellera negra y traje oscuro. El peso del dolor y el abatimiento no la habían abandonado desde que se enteró del hecho. Hace días no dormía prácticamente, y recién ahora podía hacer una llamada luego de tanto tiempo destinado a trabajar─. ¿Hay algo en lo que la pueda ayudar?, Alteza.

─Sí. Necesito información. ─Sin más, y sin ningún pudor, la Dama demandó adquirir más conocimientos respecto a lo que sucedía fuera de las paredes de su casa, y del telón mediático que pusieron los diarios, la radio y la televisión, para disfrazar el escándalo con un simple intento de secuestro a gente rica que por allí pasaba. Malditos estúpidos; los odiaba con todo su ser en este preciso momento.

Alcina escuchó a la teniente carraspear algo alterada e incómoda detrás de la línea. ¡Era increíble que su estúpido intento de teatrito de posible nuera fuera nomás hasta allí! ¿Qué tanto le costaba mostrar un poco de poder o privilegio si tan alta era su posición como teniente? Ridículo. ¿Y esta mujer quería cortejar a su preciosa Bela?

Si no fuese por el dolor de cabeza y la falta de sueño que tenía hace horas, aprovecharía esta ocasión para dejar las cosas mucho más claras con la que lastimosamente tenía chances de ser su nuera. Por ahora, solo dejó de lado el tema y se permitió fumar una vez más para aliviar la tensión en todo su agotado cuerpo. Correr la había desgastado tanto, y más siendo una mujer un poco mayor.

─Escucha bien, Teniente Platonische Liebe, no te estoy pidiendo algo que tú no me hayas permitido pedir. Ni siquiera te exijo conocer los secretos más oscuros de este gobierno y esta nación. Únicamente quiero saber si ella está enterada del asunto por la carta, y no solamente por los medios que disfrazan todo con amarillismo devaluado ─finalmente escupió la mujer alta, intentando no toser ante el humo que provocó la boquilla con la cual fumaba. El nivel de estrés que le causaba la otra mujer era increíblemente casi tan digno como el que provocaba la misma Miranda. Beneviento de verdad parecía esforzarse en parecerse a ella hasta en eso.

─Bien, bien. Entiendo ─Donna farfulló tratando de no sonar desesperada o nerviosa. Alcina escuchó algo de bullicio del otro lado de la línea, y luego sonidos de pasos y puertas abriéndose hasta que solo hubo tranquilidad. Un poco de culpa sintió al presionar a la otra mujer; no estaba en buen momento para llamar pero aún así lo hacía por lo que supuso sería verdadera preocupación─. Ella se enteró. Recibió el mensaje, y está tomando cartas en el asunto. No ha salido de su despacho en toda una semana, a menos que sea absolutamente necesario. Trabaja hasta la noche y busca bocas fieles cuya información sea realmente útil. Lo he dicho antes, pero me ha vuelto a sorprender. Ella está haciendo lo mejor que puede, y créame que no es poco, aunque todavía no se ve.

Alcina sintió de pronto como si el nudo en su garganta desapareciese con lentitud, luego de haber estado allí suficiente tiempo como para que la mujer se acostumbrase a esa angustia. El alivio en su pecho la hizo fumar con menos desesperación, y sentirse mal por maltratar tanto sus pulmones.

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2022 ⏰

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· 𝐌𝐄𝐈𝐍 𝐋𝐀𝐍𝐃 · || ᴍɪʀᴀɴᴄɪɴᴀ ꜰɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora