Prólogo. Aquella fiesta

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- ¡Dafne! ¿Estás lista, cariño? - preguntó suavemente mi madre tocando mi puerta.

- Sí, ma' me queda solo ponerme el calzado - dije mientras me acercaba con cuidado a la puerta y la abría.

- Santo cielo, Dafne. Estás preciosa. - exclamó mamá.

- Gracias, mami - hable por lo bajo sonrojada.

Mama entro a mi cuarto y me ayudó a calzarme, ya que abrochar las sandalias aún se me hace bastante complicado, aún solo tenía 4 años.

Cuando me logré calzar bajamos junto a papá quién nos llevó a la casa de los Madrigal, la matriarca de la familia nos dio la bienvenida.

- ¡Bienvenidos! Señor y señora García, es un placer - comentó.

- El placer es nuestro señora Madrigal - hablo mi madre con agredicimiento.

La señora se agachó a mi altura y me agarró un cachete.

- Puedes ir a jugar con Julieta, Pepa y Bruno, son mis hijos, los demás niños no tardarán en llegar, linda - me explicó ella.

Yo asentí con mi cabeza y me dirigí al interior de la casa. Era un lugar lleno de vida, con muchas flores y colores cálidos, se oía la música y el sonido de la gente hablar. Tres niños pasaron corriendo velozmente a mi lado.

- ¡Pepa, vuelve aquí! - grito una morena.

- ¡Alcánzame, Julieta! - reía la peliroja.

- ¡Espérenme! - exclamaba el chico que las perseguía.

La pelirroja choco accidentalmente su hombro contra el mío.

Las dos dimos un pequeño grito de exclamación y nos miramos a los ojos, ella tenía varias pecas adornando su rostro y unos ojos verdes con pequeñas motas azules.

Los otros dos niños se acercaron hacia nosotras.

- Pepa, ya te dije que no corrieras así de rápido y que podías hacer daño a alguien - exclamó el niño, me gire a mirarle, era diferente a su hermana.

El tenía pequeños rizos negros y unos ojos verdes más intensos que los de la pelirroja y vestía entero de blanco, al igual que las otras dos.

- No tranquilo, ha sido mi culpa yo estaba en medio - dije sonriendo.

- Soy Pepa Madrigal y ellos son Julieta - explico señalando a la morena - y Bruno - finalizó señalando al pelinegro - mis hermanos, y estamos jugando a las pilladas.

Julieta se acercó a mi lado, bajo su mirada a mi pecho y posó su mano para luego volver a subir su cabeza y mirarme.

- La llevas tú - dijo de manera tranquila para separarse de mí.

Mire hacia la pelirroja y salió corriendo, acción que copio su hermana pero su hermano no. Mire extrañada a Bruno.

- Ahora se supone que debes correr de mí para que no te toque llevarla- le expliqué.

El se me quedó mirando de manera extraña.

- Em, yo sí, tengo que correr así que... Em... Adiós - dijo para salir corriendo.

Yo no perdí la oportunidad y le perseguí.

La noche paso rápido, y la ceremonia de los dones se hizo para que así cada uno de los hermanos recibiera su don. Pepa controlaba el clima con su estado de ánimo, Julieta curaba a la gente con su comida y Bruno podía interpretar el futuro.

Mientras cada uno abría su puerta papá me sujetaba en su cuello.

- Wow - murmuré.

Papa se rió y me miro.

- ¿Te gusta?

- Mucho, todo es super bonito pa'.

El volvió a reír para darme un lindo beso en mi cabeza, mama se acercó más a nosotros y rodeo la cintura de papá con su brazo y me dio otro beso en la cabeza.

Los trillizos bajaban la escalera seguidos por una enorgullecida madre detrás de ellos.

- ¡Que empiece la fiesta! - Exclamó la señora Madrigal.

Las hermanas Madrigal se miraron entre ellas y echaron a correr hacia un grupo de niños que estaba cerca de la escalera, en cambio Bruno se quedó ahí, quieto, sin saber que hacer.

- Pa' abajo porfa - le pedí para que me bajase a lo que el accedió.

Me acerqué al pelinegro.

- Hola de nuevo Bruno - le saludé.

El se puso nervioso y me saludó con la mano.

- Antes no me presenté y me parece de mala educación de mi parte, soy Dafne, un placer - dije extendiendo mi mano hacia el.

Con timidez acerco la suya a la mia y la estrechó.

- Ahora hay que sacudirla así, observa - le expliqué para proceder a mover mi mano y la suya - Muy bien, ya sabes cómo saludar a alguien - dije riendo acción que el también hizo.

Esa noche Bruno y yo nos la pasamos riendo y jugando y aprendiendo nuevas cosas el uno del otro, nada del otro mundo la verdad.

Contigo {Bruno Madrigal X Reader}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora