Obsesión. Amor. Cuando estás desesperado, ¿hay alguna diferencia?
Charles tuvo que planteárselo mucho cuando conoció a Laura. Sus ganas por saber cada vez más sobre ella no desaparecían, y se incrementaban a pesar de que ella no lo conocía. Para de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Querida Laura:
Mientras descansaba en mi habitación y olía tu bufanda —la tomé prestada, espero devolverla pronto... tal vez—, la avalancha de recuerdos me abrumó.
¿Cómo pudo tomarme tanto tiempo recordarlo?
Eras tú. Tal vez es porque cambiaste el color de tu cabello, y ahora no luce rubio cenizo, sino que es totalmente negro. Cuando revisé el álbum aquel día, vi todo. Y ahora entiendo por qué huías de mí. Y por qué lo sigues haciendo. Comparado con la primera vez que nos vimos, y las siguientes, tus reacciones no marcaban mucho sentido, ¿no crees? Me sonreíste aquel día en la playa, y ahora apenas y puedes mantener tu mirada sobre la mía. Bueno, pues ahora lo tiene.
Sí que lo tiene.
Hmm, ¿cómo debería empezar? No quería hacerle eso a tu hermano. ¿Podemos solo olvidarlo? Estábamos pequeños, y de todos modos fui a su funeral. En mi defensa, él lo quiso, obviamente. Ya sabes, lo de su suicidio. Y en parte se lo merecía, yo sólo le ayudé un poco. Bueno, un poco demasiado. Es curioso cuando recuerdo la cara de nuestras madres. La tuya estaba aterrada, y la mía actuaba como si no acabara de comprenderme. Lucía algo culpable. ¿Qué puedo decirte? Tal vez debió hacerles caso a los terapeutas.
Tal vez debió escucharlos cuando dijeron que mi comportamiento sobrepasaba lo extraño. Pero es tarde, y ya no hay nada que pueda hacerse. He empezado a tranquilizarme, porque soy normal. Lo soy ¿no, Laura?
Más vale que creas que sí.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.