Anahí se despertó temprano y se encontró con un fuerte y completamente excitado cuerpo a su lado.
—Umm —murmuró mientras unos labios le rozaban una sensible zona del cuello—. Es un modo muy agradable de despertarse.
Se dio la vuelta y le agarró el sexo con la mano oyendo cómo se quedaba sin aliento. Sonrió.
—Sólo una cosa —empezó a decir cuando Alfonso le acarició los pechos.
—¿Qué?
«Oh, no... ahora no, por favor».
—Náuseas matutinas —dijo saliendo corriendo al baño y cerrando tras de sí. Apenas oyó que intentaban abrir la puerta, luego llamaron, pero lo ignoró.
—Estoy bien.
No funcionó, volvió a llamar.
—Abre la puerta.
—Salgo en un minuto.
No era exactamente la mejor forma de empezar el día y, desde luego, no el preludio de juegos amorosos. Sonrió mientras se lavaba la cara.
Salió del cuarto de baño y una poderosa mano le agarró del hombro mientras otra le alzaba la barbilla.
—¿Estás bien?
Lo siguiente que haría sería llamar a un médico. Puso los ojos en blanco y no dijo nada.
—¿Qué?
—Las arcadas por la mañana son algo frecuente durante las primeras semanas —dijo con una sonrisa—. Y no sólo por la mañana —se encogió de hombros—. Tienden a desaparecer en el segundo trimestre.
—¿No se puede hacer nada?
—Un té y una galleta nada más levantarme solían evitarlas.
—Lo pediré al servicio de habitaciones.
—Pide el desayuno —dijo Anahí—, yo haré el té.
Estaba desconcertado y a ella le costó disimular una sonrisa.
Alfonso Herrera, presidente de una corporación, multimillonario... y estaba desconcertado por el embarazo de su esposa.
—Tengo la sensación de que tengo mucho que aprender.
—Lo harás bien —dijo ella entre risas.
—Desde ahora. Siéntate y yo haré el té.
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En la cama de su marido
RomanceNo tendría más remedio que volver a la cama de su esposo... Cuando su matrimonio con el millonario Alfonso Herrera llegó a su fin, Anahí volvió a casa con la esperanza de no volver a ver a su marido nunca más. Pero llevaba consigo un precioso secret...