Capítulo 8

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—¿Se va a morir Ramón?

El tono lastimero de la pregunta hizo que Anahí se arrodillara y abrazara a su hija.

—Está muy enfermo —dijo con cariño.

—Como Fred.

Fred era un hámster que había desarrollado un tumor y al que había sustituido, tras una ceremonia de duelo, por un pez de colores.

—Como Fred —reconoció solemne.

—Me pondré triste —dijo Mía, Anahí la abrazó más fuerte y para cambiar de tema le propuso bañarse en la piscina.

Era un día cálido. Fueron a por las toallas, avisaron a Carlos de dónde iban a estar y bajaron a la piscina.

Mía era como un pez en el agua, buceaba, flotaba y nada increíblemente bien para la edad que tenía.

—¡Papá!

Anahí se dio la vuelta lentamente en la dirección que indicaba Mía y vio la alta figura de Alfonso caminando por el césped en dirección a la piscina.

Vestido con un albornoz negro y con una toalla colgando del hombro, parecía evidente que su intención era unirse a ellas, y Anahí trató de ignorar la convulsión que experimentó en su interior. No quería sentirse así y odiaba que su cuerpo fuera tan traidor. Era terrible que le recordara constantemente el calor y la pasión que corría por sus venas y que cada día que pasaba se volvía más intenso. Por las noches era peor, sola en la cama, consciente de que estaba en una habitación al lado de la suya. ¿Dormiría él bien o permanecería despierto durante horas como ella?

«Basta», dijo una voz interior.

Una parte de ella deseaba que Alfonso se fuera todos los días a la ciudad a trabajar en vez de aprovechar las nuevas tecnologías para poder hacerlo desde casa, pero tenía que reconocer que era lógico que se organizara del modo que le permitiera pasar el mayor tiempo posible con su hija.

Y allí estaba, a punto de quitarse el albornoz y unirse a ellas en el agua.

Agotada, Anahí apreció el respetable bañador negro. Se le aceleró el corazón al ver el musculoso cuerpo. La miró a los ojos un instante antes de que Anahí volviera de nuevo su atención a Mía.

—Papá, mira cómo nado.

Así lo hizo mientras se metía en el agua y aplaudía los esfuerzos de su hija.

Anahí era consciente de lo escaso de su bañador, cortado bastante alto en las caderas y con un escote en V muy marcado entre los pechos, un poco más llenos desde el nacimiento de Mía. ¿Se habría dado cuenta él?

En la cama de su maridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora