P̶A̶S̶I̶Ó̶N̶ P̶R̶O̶H̶I̶B̶I̶D̶A̶ 🚫K͎O͎O͎K͎M͎I͎N͎🚫

🚫𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑣𝑒𝑖𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑒𝑣𝑒🚫

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⥈Hᴀʏ ᴄᴏsᴀs ǫᴜᴇ sᴇ ᴛᴀᴛᴜᴀɴ ᴇɴ ᴛᴜ ᴘɪᴇʟ,
sɪɴ ɴᴇᴄᴇsɪᴛᴀʀ ᴜɴᴀ ɢᴏᴛᴀ
ᴅᴇ ᴛɪɴᴛᴀ⥈

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Me desperté y en cuanto abrí los ojos el dolor de cabeza que vino hacía mi me provocó ganas de arrancármela. Nunca más volvería a beber de esa manera.

Me senté en la cama despacio y toque mi sien queriendo aliviar el dolor. Creo que haber llorado tanto y tomar tanto alcohol provocó tanta migraña.

Me puse de pie y me dirigí al cuarto de baño, una vez me aseé, me vestí con algo cómodo. Escuché ruidos desde la planta de abajo y por el olor consideré que Yoongi estaba cocinando, algo que me extraño porque rara, muy rara vez lo hacía.

Baje las escaleras y me conduje a la cocina.

— Hey, Yoon ¿Qué haces que huele tan...— me detuve abruptamente al verlo de espaldas — ...Jimin?

— Al fin despertaste— se dio la vuelta.

— ¿Q-qué haces, cómo es qué...? ¿Por qué-?

— ¿Podrías dejar de verme como si fuera un fantasma?

— Yo- lo siento, es que me sorprendiste, pensé que te habías ido anoche.

— Lo hice.

— ¿Entonces...?

— Anoche deje mi celular aquí y vine a buscarlo.

Fruncí el ceño.

— ¿Cómo entraste entonces?

— Yoongi me abrió, él se fue hace un momento— explicó— iba a hacerte esto pero dijo que tenía que irse así que te la hice yo— señaló la sopa que yacía en la mesa.

¿Sigo soñando?

— Ohh, g-gracias por hacerla— le sonreí y me senté en el taburete.

— Después tomate esa pastilla es para el dolor de cabeza. — me entrego la pastilla y un vaso de agua.

— Gracias— lo mire a los ojos y evadió mi mirada. — Jimin— hable despacio—¿Ya podemos hablar?— tome su mano suavemente.

— Come, se enfriará.— retiró la mano y se fue a lavar los platos.

Asentí resignado y empecé a comer en silencio.

La tensión que había podía cortarse en el aire. Tenía miedo de hacer algún ruido y se enojara más.

Un rato después...

— Te dije que no hay más, Jungkook— rodó los ojos.

— Pero yo quiero más, ¿por qué hiciste tan poca?— me quejé.

— ¡Comiste dos veces!

— Cómo sea, debiste hacer más si la harías así de buena, apuesto a que si hubiese sabido mal haces tres ollas de sopa— refute.

— Te meteré la cuchara en la boca si sigues fastidiando.

— Deja la agresividad.

— ¡Entonces colabora!

—Bueno pero tampoco me grites.

— Uy, perdón señor cristal.

Nos miramos y reímos levemente. Sin saberlo estábamos actuando como antes.