¦ Prólogo ¦

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Una caricia, una mirada, un deseo inexplicable e imposible de controlar.


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Fui arrastrada prácticamente hacia un lugar que nunca fue de mi total agrado, Camila insistió en que quedaría maravillada con el sitio y que el solo ambiente me iba a atrapar. A pesar de que adoro vestir de negro y usar botas enormes que podría reventarme la cabeza de un pisotón, el mundo underground no era de mis favoritos. No le hallaba sentido a tener que reventarme los oídos escuchando como un fila de vagos de primera se soltaban insultos a diestra y siniestra, simplemente con mi miserable existencia me era más que suficiente, pero Cami insistió tanto que no me quedó más de otra que seguirla o como ya mencioné dejarme llevar.

Al traspasar la entrada de ese hueco del demonio llamado Club Underworld me lamenté en gran manera el  seguir las locas ideas de mi descerebrada amiga. La pista de baile estaba al reventar, tumultos de cuerpos sudorosos se retorcían al compás de la música, el apestoso olor a cigarro y otras sustancias ilegales me hizo arrugar la naríz. Comenzaba a arrepentirme de haber venido y no tardé mucho en hacérselo saber a mi acompañante.

─Creo que fue una pésima idea que me hicieras entrar a este infierno, mejor me voy, tú quedate si tanto ansías quedarte sorda.─ expresé con toda la sinceridad del mundo.

Sí, soy una persona sin pelos en la lengua, no me lo pensaré dos veces antes de decir todo lo que se me cruce por la mente. 

─Oh vamos Na-bi, no seas aguafiestas ─ se quejó la castaña─, se que lo adorarás si te quedas y escuchas al menos una batalla.

Volvió a rogar y juntó sus índices tratando de lucir tierna, cuando puso ojitos de cachorro bufé resignada. Ese gesto de Camila siempre ha sido mi mayor debilidad y no puedo negarme a prácticamente nada cuando lo hace.

─ Está bien, pero solo unas horas. ─ sentencié señalándola.

La susodicha dio leves saltitos como si fuera una nena de cinco años cuando le dan su regalo el Día de Los Reyes Magos y yo solo reprimí una sonrisa por tanto derroche de ternura.

Camila entrelazó su brazo al mío y seguimos avanzando entre todos los presentes. Frente a mis ojos distinguí una plataforma donde supongo que hagan las dichosas batallas de rap. Dos grandes amplificadores estaban situados en cada extremo de esta y en el centro observé al DJ muy concentrado sobre la mesa de mezclas. Las luces del lugar eran en tonos verdes, rojos y morados dándole un toque más sensual al ambiente y en una esquina se hallaba la barra donde ofertaban distintas bebidas y tragos.

Unexpected Desire| MYG [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora