2.

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La mente de Baji era un desastre.

La había cagado esta mañana por culpa de su irresponsabilidad, su cerebro no se quitaba la imagen de su pequeño tigre, sobrepensando todas sus últimas acciones y sin dar una respuesta, por que sí, Kazutora era difícil de comprender, pero se sentía tan estúpido por no entender lo que pensaba de él y su relación, ya tantos años siendo amigos y algo que debería ser simple no lo puede interpretar.

Era molesto, Keisuke es la persona más cercana al chico del lunar desde antes de salir, ¿cómo se va a complicar la vida por una cosa que podría resolverse perfectamente hablando?

No se dio cuenta de lo perdido que andaba hasta que sintió una gota de silicon caliente derramarse por sus dedos, haciendo que suelte un gruñido de molestia y dolor.

—¡Por la puta! —dijo el pelinegro tomando un trozo de papel para quitarse el pegamento, maldiciendo su estupidez por haberse quemado de una forma tan tonta.

—Idiota, te dije que tuvieras cuidado —dijo Chifuyu al ver a Baji soplando sobre la quemadura—, ven acá, vamos a la cocina para que te eches agua.

El rubio tomó del brazo a su amigo y caminó con el hasta aquella habitación, encendiendo la llave del lavabo y colocando con cuidado la mano quemada de Baji, este soltó un quejido de dolor, pero poco a poco se fue acostumbrando a aquel contacto frío que corría por sus dedos.

—No tengo nada para tratar quemadas pero sí unas curitas, espera aquí, ya vuelvo —y con eso Matsuno salió del cuarto, dejando a Baji un poco aturdido, no era nada grave pero el ardor que provoca la silicona caliente dolía como el infierno.

Se quedó ahí, sentado en una silla de la cocina esperando a que regresara, volvió a reflexionar lo que pasó unas horas antes, se seguía enredando con aquella frase que escuchó de Tora antes de soltarse e irse al salón por sus cosas

¿Olvidaste lo que haríamos hoy?

Sí, aquella cabezota que tenía de adorno lo había olvidado y siente culpa por ello. Regresó a la realidad cuando Chifuyu ya estaba de vuelta con una pequeña caja, este se acercó a la mesa y le hizo una seña a Baji para que fuera con él. Obedeciendo, le dio la mano a Fuyu, que la tomó con cuidado y colocó una bandita sobre la parte enrojecida, probablemente le saldría una ampolla más tarde.

—Bien, ¿ahora me vas a decir qué te pasa? —preguntó el oji-azul con tono serio, le preocupaba el estado de su amigo en ese día.

—¿Cómo que qué me pasa? Estoy bien —respondio desinteresado, intentando desviar el tema de conversación, sería ridículo ponerse a hablar de eso con alguien que no sea Kazutora.

—Baji, te conozco bien, has andando con cara de culo todo el maldito día, incluso casi te atropella un carro en el camino —dijo el rubio mirándolo a los ojos, le iba a sacar información si o si antes que hiciera un desastre, al final él era su consejero para prevenir algunos de sus impulsos.

—No es de tu incumbencia, mejor sigamos con la maqueta porque ya quiero salir de esta mierda.

—¿Tiene que ver con Kazutora? —el de mechas largas soltó un sonido de asombro por la pregunta, se sigue sorprendiendo de lo bien que puede leerlo ese chico que considera molesto, pero que en el fondo es uno de sus mayores confidentes.

—¿Y qué si tiene que ver con él? No ando de humor para hablar de problemas amorosos

—Mira imbécil, no dejaré que te acerques a mi preciada maqueta porque me la vas a arruinar, prefiero que te desahogues ahorita.

Hubo una pequeña pausa en esa conversación, el pelinegro no se sentía tan a gusto de contarle a los demás sobre sus problemas personales, pero parece que su amigo no iba a dejar de insistir. Suspiró y se volvió a acomodar en la silla, quizás aquello iba para largo y saldrían hasta la noche por haberse distraído en su plática.

Indiferente - BajitoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora