AVISO
Capítulo con escenas muy fuertes y violentas. Si no deseas leerlo puedes llegar al final del capítulo, debajo del VOTA Y COMENTA he dejado un breve resumen para que comprendas lo que ha sucedido y puedas seguir el hilo de la historia.
Gracias por leer
Se despojó con rapidez de todas sus prendas para quedar completamente desnudo ante mí. Yo no podía moverme, me dolía todo, y cualquier intento de salir era tremendamente doloroso. Él con ágiles maniobras, se acercó a mi como si fuera su presa, como si fuera a comerme en cualquier momento, quizás así fuera.
Subiéndose en la dura cama de sábanas negras gateó hasta quedar todo su enorme cuerpo sobre el mío. Su cara quedó en segundos a centímetros de la mía. Sus terroríficos ojos negros me miraban muy fijamente como si pudiera ver toda mi vida, y eso le divirtiera, mientras su apestoso aliento desprendía olor a puro alcohol y sangre.
— Estás a mi merced - sus labios formaron una siniestra sonrisa que dejó al descubierto sus putrefactos dientes amarillos - Tu cuerpo es mío, tu sangre es mía... y tu vida también.
Su rasposa y larga lengua se deslizó por mi cuello hasta mi oído, donde metió la punta y comenzó a girarla en círculos. Mis ojos no querían ver lo que me hacía y se mantenían fuertemente cerrados mientras para no emitir sonido mordía mi lengua provocando que el sabor metálico de la sangre llegara a mi boca. La lengua simulaba embestidas en mi oreja, entrando cada vez más profundo y llenándolo todo de sus viscosas babas.
— Mmmm... - siseó cuando por fin se alejó de mí - La cera de tu oído estaba exquisita - ganas de vomitar se produjeron en mí tras esas declaraciones, ¿Cómo podía alguien llegar a tal extremo de asquerosidad? - Pero pasemos a lo interesante, que el pequeño junior ya está despierto.
Mi vista no pudo hacer otra cosa que dirigirse hacia abajo, para ver un descomunal pene de al menos treinta centímetros. Eso me partiría completamente en dos, me mataría a la primera embestida, eso definitivamente no cogía en mi interior.
Dejando lo poco de orgullo que aun conservaba, le dirigí una mirada de súplica que él al ver, pareció complacerle. Era un sádico que disfrutaba del dolor que causaba a las personas hasta la muerte.
Se colocó entre mis piernas, abriéndolas todo lo que pudo, causando un grito de mi parte por los clavos que me desgarraban. No pareció importarle porque colocó su punta justo frente a mi vagina. Acompañándose de sus manos tomó impulso y lo metió entero de golpe. Jamás había gritado tanto y tan desesperadamente como ahora.
Había sentido como entraba, como llegaba a mi tope y lo pasaba tocando la pared de mi útero. Jamás había sentido tanto dolor como en estos momentos. Mis manos y pies agonizaban mientras me rompían literalmente por dentro. Podía notar el vaivén, duro y rápido, dentro y fuera.
En mi vida creí que tanto dolor era posible, los latigazos se quedaban cortos y de repente los cinco hombres que me violaban cada semana me parecían una tontería sin importancia. Nunca experimenté algo así, y jamás después de esto lo haré...
Sus gemidos y mis llantos se entremezclaban. El parecía incansable. Yo no podía más con mi vida, notaba como me quedaba sin fuerzas rápidamente y no podía hacer nada por evitarlo.
Diez minutos después se vació por completo en lo que quedaba de mi interior dando un jadeo de placer al hacerlo.
— Fue increíble, ¿no crees? - la voz era más ronca que antes, y se le notaba más relajado, pero no creo que hubiera terminado completamente conmigo - Qué te parece si lo hacemos más entretenido.
No tenía fuerzas para nada más. Notaba la sangre escurrir de mi entrepierna, aún sin él ya no estuviera dentro me dolía, era como si mi interior estuviera hirviendo, me estaba abrasando, al menos esa era mi sensación.
La cabeza comenzaba a darme vueltas, y empezaba a ver borroso.
No aguantaría mucho más, ya no quedaba nada de mí.
— Esto me encanta - con sus manos se estaba abrochando una especie de arnés de cuero negro a la cintura. Se encontraba de espalda a mi posición por lo que no podía ver mucho - Aprecia esta obra de arte - se giró con actitud risueña quedando frente a mí. En su cintura había un gran dildo negro con pinchos de oro por todo su largo. Este se situaba justo encima de su pene real, y así se observaba como el negro era el doble de ancho que el natural - Se llama "Margarita"... es un muy hermoso nombre ¿verdad?.
No podía reaccionar, me había quedado en un total estado de pánico y no sabía como reaccionar. La tal Margarita me mataría... y yo no podría siquiera defenderme.
Se puso encima mío con gran velocidad. La postura era la misma, pero mi miedo era mayor. Respiré hondo y cerré los ojos con fuerza esperando el golpe. No pasó ni un minuto cuando entró en mí de una sola vez. Me estaba literalmente rajando por dentro, y el oro me ardía.
Ambos agujeros estaban ahora completamente llenos. Chocaban con cada entrada y salida provocando más dolor si eso era posible ha estas alturas.
Era tal la agonía que no era capaz de gritar, ni un susurro salía de mis labios llenos de sangre. Eso pareció gustarle porque a la vez que hacía sus movimientos pélvicos se acercó a mi boca y dió un lametazo. Lo saboreó y bajó a mi cuello para hincar los colmillos y beber de la poca sangre que aún conservaba.
...
Largos minutos pasaron hasta que increíblemente el dolor se iba esfumando. Abrí los ojos para ver si se debía a que él había parado, pero no era así, ni siquiera había bajado su intensidad.
Mis ojos comenzaron a ver manchas negras, al mismo tiempo que notaba como desaparecían mis fuerzas. Él no pareció darse cuenta de este hecho, porque continuaba con más fuerza y más potencia, la cual yo ya no sentía.
Dirigí con esfuerzo mi mirada hacia la ventana que se encontraba abierta. Por ella se observaba el esplendido cielo negro estrellado que era elegantemente alumbrado por la Luna. Con esa imagen en mente cerré los ojos para irme muy lejos de este lugar al que no deseaba regresar jamás.
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la Sangre de mi Alma Gemela
VampireEra un engaño, cada palabra, cada gesto y cada mirada que él me dirigía, era claramente una artimaña para conseguir un propósito que yo aun desconocía. Por alguna razón parecía querer tratarme bien, ayudarme. Lo que no descubría es por qué. - No ent...