CAPÍTULO 4

74 6 18
                                    

— Sigo sin estar de acuerdo, no me fío de ellos - Sergio deja salir un largo suspiro de cansancio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Sigo sin estar de acuerdo, no me fío de ellos - Sergio deja salir un largo suspiro de cansancio.

— No te tienes que fiar o no, Elmo - con su mano derecha masajea el puente de su nariz - Ese tratado de paz nos garantiza que no habrá más guerras entre licántropos y vampiros, por eso debes firmarlo - asegura con total convencimiento - Que más da que tengamos que entregarles unos cuantos esclavos para ello, son inútiles de todas formas - doy un sorbo a la copa de sangre en mi mano - Además hablamos de conejos, en dos años ya se habrán reproducido lo suficiente como para no notar la falta - eso era cierto, pero por alguna extraña razón mi corazón me advertía de que si aceptaba el trato perdería algo de suma importancia, y eso era lo que no me dejaba dormir tranquilo, mi intuición pocas veces fallaba.

— Tengo un mal presentimiento con todo esto - confesé - Además ¿para qué quieren solo conejos?.

— Si mal no recuerdo, dijeron que con la mitad de ellos iban a organizar una cacería, y la otra mitad era para una cena importante con los elfos - respondió con desinterés - Al parecer esos cabrones de las orejas puntiagudas solo comen conejo.

Me inquietaba la situación, era como si supiera que iba a cometer el peor error del mundo. Uno que después estaría recriminándome por siglos.

— No lo sé....

— Mira, se que tu intuición no falla nunca - la seriedad en su cara se hizo presente - Y estoy casi seguro a que se debe - lo miré con atención, queriendo saber cual creía que era el problema - Tu Alma.

— ¿Mi Alma?... - ahora si estaba confuso.

— Te acuerdas hace unos días que nos llego un nuevo cargamento de sangre para tu consumo personal - asentí intrigado con a qué quería llegar con todo esto - Una de las botellas dijiste que estaba buenísima, que era la mejor sangre que habías probado en tu vida - volví a afirmar con un movimiento de cabeza - Yo probé un poco después, y la verdad no era nada especial - achiné mis ojos con confusión.

— Estaba buenísima - dije con firmeza - Tengo un muy buen paladar - Sergio me dedicó una sonrisa torcida.

— Solo a ti te gusto, porque esa sangre estaba hecha para ti - los engranajes en mi cabeza comenzaron a funcionar ante la revelación.

Si lo que me decía era correcto, esa sangre solo podía de ser de una persona. Mi Alma Gemela. Mi padre de contó que cuando probaba la sangre de mi madre se sentía en el paraíso, decía que era lo más dulce y sabroso que había tenido el placer de degustar. Eso es exactamente lo que sentí al beberme la botella, era como si no pudiera parar de saborearla.

Pero si en efecto esa sangre era de mi Alma, quiere decir que es una cambiante.

La raza a la que pertenezca no es lo que me preocupa, eso nunca ha sido un impedimento. Lo que de verdad temo, es lo que haya tenido que vivir siendo esclava.

la Sangre de mi Alma GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora