Parte III - Las piezas del Destino

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Hola, una disculpota por la pausota de la historia, pero hay que pulir algunos detalles para que queden mejor, y puedan disfrutarla.

Aquí empezaremos ya oficialmente la historia de los dos, ya que a mi parecer fue demasiado bla bla bla con los demás personajes, ya quiero acción, y espero que ustedes también >.<

Muchas gracias x seguir leyendo y espero que les guste, y espero también sus comentarios, ayudan mucho a la retroalimentación de la historia.

*********

En el castillo sucedían cosas que cambiaban el destino de los involucrados, sobre todo de un cierto rey extranjero y de cierto guerrero que entrenaba con su padre.

- Eso hijo, vas muy bien, sólo debes cuidar tus flancos, nunca dejarlos desprotegidos, y la cabeza, que la ladeas mucho, lo demás está perfecto.

Nathaniel se inclinó sobre sus rodillas para mantener el equilibrio y recuperar fuerzas, ya que el entrenamiento al que lo sometía su padre era muy demandante, aunque en el fondo él pensaba que no importaba cuánto entrenaran, jamás iban a ir a la guerra, excepto los más experimentados, como su padre, y el rey, ya que en su tiempo fue un guerrero y luchó por la independencia de su pueblo.

Todo lo que conocía era la paz, y sólo peleaba cuando había disturbios o ladrones, que últimamente eran pocos, ya que no había pobres en el reino, y los "robos" eran solo por diversión de algunos "traviesos" que no tenían nada que hacer.

Mientras guardaban el equipo que habían utilizado para el entrenamiento, el rey, que los había visto desde la ventana del tercer piso, llegó con ellos, y en voz baja les dijo:

- Henry, Nathaniel, podrían venir a mi despacho después que se refresquen, tengo algo que necesito decirles.

Henry, sorprendido, sólo atinó a inclinarse ante su rey, y exclamar:

- Por supuesto, Majestad, estaremos ahí en breve.

El rey les dió una mirada concentrada y, decidiendo que era todo por el momento, hizo una inclinación leve de cabeza y, girándose, se retiró.

Henry se volvió hacia su hijo, para ver si éste había hecho algo o dicho algo a alguien, pero al parecer estaba igual de perdido que él, por lo que decidió que ya se enterarían de boca del rey qué había sucedido o si habían hecho algo. Sin preocuparse de más, caminaron hacia las regaderas que tenían adjuntas a la sala de armas y al patio de entrenamiento.

*** *** *** ***

Los golpes en la puerta le indicaron al rey que sus invitados habían llegado.

- Adelante.

Henry abrió la puerta lentamente y oyendo el permiso del rey para entrar, la abrió completamente, hizo una reverencia a su rey, y entró, seguido de su hijo, que hizo el mismo procedimiento.

- Me alegra que hayan venido tan pronto, aunque no era necesario, ésto que les voy a decir necesita pensarse profunda y largamente.

Más intrigados de lo que querían reconocer, los dos se sentaron frente al sillón del rey, cerca de una chimenea encendida, ya que estaba empezando a hacer un poco de frío, por la entrada del invierno al reino.

- Veran, la razón por la que los he reunido aqui es por un asunto muy importante para el reino, y los involucra directamente a ustedes, específicamente a tu hijo- les explica el rey.

Henry, muy interesado en la explicación, asiente cortesmente, pero cuando menciona a su hijo, las alarmas se disparan inmediatamente en su cabeza.

- De qué se trata - pregunta Henry.

- El rey del otro reino quiere a tu hijo - dice el rey sin detenerse.

- Queeeee - exclama muy sorprendido el caballero.

- Calmense, no quiero la ira nuble tu juicio, te necesitamos con la cabeza clara para resolver este problema, porque yo tampoco quiero que tu hijo sea entregado a ese monstruo, dejando de lado todas las habladurías sobre él.

Henry, bastante afectado por la noticia del rey, trató de concentrarse y quitarse toda la ira y el miedo que le asaltaron tras escuchar al rey. Ira, porque querían quitarle a su hijo, y miedo, por todo lo que conllevaba que se enteraran que había sido creado de la magia, ya que a nadie le gustaba involucrarse con cosas mágicas. Pero si supieran que él la había usado (no él específicamente, pero era casi como si lo hubiera hecho él, ya que contrató a un mago para crear a su hijo), y las repercusiones por haber usado a un mago eran enormes: podían desterrarlo a él y a su familia del reino, a pesar de haber prestado muchos servicios a todos los nobles en distintos momentos, así que se sentía un poco traicionado, ya que facilmente el rey podría ordenarle entregar a su hijo al otro rey para lo que era, sospechaba muy fuertemente, una oferta de paz, porque, ¿de qué otro tema iban a hablar los reyes sino era de política o economía?

Así que, tomando respiraciones profundas, trató de serenarse y pensar coherentemente para ayudar a su rey a resolver este problema.

- Así que, ¿qué dijo exactamente el rey Siren sobre mi hijo?

El rey, intuyendo y viendo la ira en su mejor guerrero, le contestó:

- Eso lo vamos a ver lentamente, no vamos a apresurarnos con la decisión, ya que es muy importante para ambos reinos, y para nosotros, que no nos precipitemos. En primera, no quisiera ir a la guerra con él que, como sabes, es muy poderoso y su ejército es uno de los más fuertes de este lado de la Tierra, por no decir "el más" fuerte. No tendríamos ninguna oportunidad contra ellos.

Henry asintió lentamente para mostrar su conformidad con esa declaración. Él ya había visto de primera mano lo que los guerreros del rey Siren hacían para ganar las guerras, y, aunque no fuera muy legal o justa la batalla, le garantizaba excelentes resultados, aunque a costa de las vidas de los que mataba dentro y fuera del campo de batalla. Pero de eso a confiarle a su hijo, había un gran mundo de distancia.

El rey siguió con sus explicaciones:

- Segunda, él es muy poderoso y para pactar la paz querrá algo muy valioso, yo también haría eso para garantizar la paz, aunque no estoy muy seguro de si quiere de verdad la paz o sólo es una estratagema destinada a debilitarnos internamente para después recoger las piezas que queden.

Por primera vez desde que entraron al despacho del rey, Nathaniel alzó la voz:

- Padre, su Majestad, si me disculpan, ¿puedo decir algo?

Los dos dejaron de hablar un momento y lo voltearon a ver. Él, al ver que le ponían atención, continuó:

- Yo no sé qué es lo que se propone, pero no quiero que mi reino, éste, se destruya porque no hice algo para ayudar. No quiero que ustedes ni nadie muera por mi culpa, ya es bastante malo que no les agrade porque me hice caballero debido a mi padre, sin hacer ningún mérito especial, y créanme cuando les digo que me sacrificaría por mi rey y mi reino, sería un gran honor para mí que accedieran a sus demandas y firmaran un acuerdo de paz permanente entre nuestros reinos.

El otro lado del muroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora