POV: te gustan todos pero eres monógama (o en su mayoría...)
Escenarios (Y reacciones) con personajes de Tokyo Revengers que en realidad son mini historias paralelas entre si.
Personajes:
•Mikey
•Baji
•Chifuyu
•Mitsuya
•Draken
•Kazutora
•Yuzuha
•Smi...
Una calurosa tarde en el verano de la hermosa ciudad de Shibuya. ¿A que suena romántico?
¡PUES NO!
No hay nada de romántico en un niño de seis años sacándose los mocos mientras está tirado en el césped de su casa. Su hermana le pidió que entrara, pero según la mentecita del pequeño Manjiro era "afuera fresco, malo adentro".
El rubio seguía recostado y ojeando de vez en cuando el puesto de limonada de la casa vecina de enfrente, había escuchado a Emma decir que la casa daba miedo, se escuchan cosas raras y que tenían un cocodrilo ahí dentro, claro, tú le dices eso a Manjiro y patas le faltan para intentar meterse, pero Shinichiro crió a un futuro pandillero, no un ninja delincuente.
Sus pensamientos se interrumpieron al ver a una niña salir de la casa y acomodar el puesto de limonadas, le parecía curioso, más no quería moverse, era muy flojo para una limonada. El pequeño rubio se estaba por dormir si no fuera por los quejidos que se escuchaban y él tan alerta abrió los ojos, contempló la escena: la niña pataleando y siendo sostenida por los brazos de un niño ekis y otro destrozando el puestecito.
Él se paró rápido y con solo un movimiento espantó a ambos mocosos.
— ¡Jutsu mil años de muerte! — Gritó antes de que los esperpentos salieran corriendo asustados y gritando "¡No, mi colita!"
El rubio se giró y vió en el suelo a la niña, la habían dejado tirada los muy imbéciles. — ¿Estás bien? - Tendió la mano para pararla y la pequeña aceptó con una sonrisa tímida.
— Si, gracias, soy (N).
— Mikey.
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Baji Keisuke
— ¡Baji Keisuke! — El nombrado levantó la vista de su pupitre y dirigió su mirada al profesor. — Acérquese, por favor.
El azabache maldecía por dentro, ya sabía lo que significaba y ni hablar de lo que le esperaba en casa. Nervioso se acomodó los lentes de culo de botella y se puso frente al escritorio más grande.
El maestro le señaló las calificaciones que concordaban con su nombre y no eran para nada favorecedoras, su presión se bajó al ver la posibilidad de que haría llorar nuevamente a su madre. Apretó los puños y se inclinó frente al mayor de edad.
— ¡Por favor, dígame si hay alguna forma de subir mis calificaciones! — Espetó con esperanza y los ojos cerrados.
El maestro soltó un suspiro y se rascó la calva, intentando pensar una solución.
¿Quién diría que la solución llegaría a su puerta?
Literalmente.
— ¡Profesor Koro! — Se escuchó en la puerta. — Requieren su presencia en la dirección.