Salvaje Inocencia

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Si de por sí Todoroki se sentía incómodo por la diferencia de estaturas, lo fue aún más cuando se percató de que aquel chico era más fuerte que él. Fácilmente pudo cargar el escritorio con una mano para poder acercarlo donde estaba la cama.

Le había sugerido usarla de asiento ya que sus sillas no iban a ser funcionales ante una persona de semejante tamaño y Todoroki no quería insultar a su invitado.

Debía de ser cuidadoso si no quería molestar al rubio, pues claramente podía tomar su cuerpo y partirlo en dos como si se tratara de una molesta ramita seca. Tragó saliva ante el pensamiento que le recorrió el cuerpo con miedo pero se armó de valor para comenzar a explicar el tratado.

Habló sobre la división de los territorios, de mantener a la gente en cada respectiva zona, de incidentes con dragones y de que, en caso de una guerra contra reinos o tribus enemigas, debían unir fuerzas para enfrentarse a los atacantes.

A Bakugou en realidad no le hizo demasiada sorpresa. Ya se lo esperaba. Pero él también tenía sus peticiones si iba a firmar ese tonto tratado de paz.

– Querer 2 cosas – Habló atrayendo la atención del bicolor – Vacas para dragones.

– Está bien, es justo – Cuando el bárbaro no continuó hablando, Todoroki se impacientó un poquito – ¿Y cuál sería el otro?

– Bebés.

Shouto quedó en blanco. No dijo nada, no hizo nada, su rostro se quedó estancado en esa misma mueca estoica mientras en su mente pasaban cosas a la velocidad de un caballo de guerra.

«¿Quiere Bebés? Pero... bueno, Iida había dicho que era probable que fuesen robados de otros lados, pero siendo él un chico debería ser capaz de encargarse por su cuenta; aunque ellos miden más de 2 metros, un bebé ajeno no puede llegar a eso ¿o sí? Pero ¿Para qué querrían bebés? ¿Se los comerían? Recuerdo que mencionaban que la carne de ternera era más suave, ¿Sería lo mismo para los humanos? Si es así... ¡No puedo permitirlo!»

– Oye, cicatriz – Llamó Bakugou cuando no había obtenido respuesta.

– Lo siento, pero me temo que esa solicitud es inválida. Aunque Yuuei tiene muchos orfanatos, me niego a darte a los niños de mi reino.

Katsuki bufó ante las palabras de aquel estúpido rey.

– No querer niños de Yuuei – E hizo una mueca de asco – Ser inútiles. No servir para nada.

– ¿Entonces a qué te refieres con...?

– Querer bebés – Volvió a insistir, ahora siendo un poco más gráfico, llevando su mano hacia su vientre bajo – Aquí – Señaló.

– Pero... eres un chico.

Cansado de tanta habladuría del representante del reino vecino, Bakugou se puso de pie y se quitó la ropa inferior hasta que estuvo desnudo de la cintura para abajo. Todoroki observó con sus ojos disparejos la razón de porqué esa raza necesitaba a terceros para reproducirse.

– Tú – Le llamó Katsuki – Poner bebé en mi coño.

– Tú – Le llamó Katsuki – Poner bebé en mi coño

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