09. The date.

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Al salir del baño, el peliazul pudo percatarse que su madre ya no se encontraba en la casa, por lo que suspiró y deseó, de todo corazón, que a su madre le fuera bien

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Al salir del baño, el peliazul pudo percatarse que su madre ya no se encontraba en la casa, por lo que suspiró y deseó, de todo corazón, que a su madre le fuera bien.

Dejando esos pensamientos de lado, Skyler decidió comenzar a alistarse, pues la película comenzaba a las 08:00 p. m, y en ese momento eran las siete en punto.

Para la vestimenta, él escogió una camiseta negra de cuello redondo en la cual se podían distinguir varias frases en color blanco. De pantalones, escogió unos color caqui, los cuales le quedaban algo ajustados, resaltando sus bien formadas piernas. Herencia de su madre, por supuesto.

Skyler estaba ansioso y algo nervioso. Él ya no lo podía negar, algo le pasaba cuando estaba con Levi, y no era estúpido, sabía que ese algo se trataba de atracción. De hecho, desde que lo vio por primera vez en aquella fiesta, sintió algo que jamás sintió con alguien más, ni siquiera con Leah. No estaba seguro de que se trataba, pero de lo que sí estaba seguro era que Levi le atraía, tanto romántica como sexualmente. Si, era un adolescente calenturiento, pero tenía justificación, desde que tuvo aquel sueño extraño el cual involucraba a aquella bestia de ojos ambarinos, no ha podido dejar de soñar y/o pensar en ese tipo de sueños. Algo raro de explicar.

Sus pensamientos fueron abruptamente interrumpidos por el timbre. Rápidamente, el peliazul dirigió su vista hacia el reloj de pared que estaba en su habitación. Casi muere del susto cuando vio que eran las siete con veintitrés minutos.

De un salto, Skyler bajó de su cama —pues anteriormente se había sentado en esta— y, a pasos veloces, bajó a la planta baja.

Dirigió sus pasos hacia la puerta de madera oscura. Sus manos sudaban por lo nervioso que estaba. Pero no podía echarse para atrás, así que con todo el coraje que sacó de Dios sabrá dónde, abrió la puerta.

Al otro lado de la puerta, estaba él. El peliazul se quedó irremediablemente mudo. Levi estaba vestido de forma casual; llevaba puesta una chaqueta de mezclilla negra abierta, la cual se amoldaba perfectamente a su fornido cuerpo, resaltando sus músculos. Bajo esta, llevaba una camisa pulcramente blanca, la cual tenía un ligero estampado de rosas negras. En la parte de abajo, un pantalón igualmente negro, ajustado y algo roto cubría sus fuertes piernas y, de una hebilla, colgaba una preciosa cadena plateada.

Dios, se ve tremendamente sexy.

Dizque pensó Skyler. Después de unos segundos, se dio cuenta que no lo había pensado, lo había dicho, y peor tantito, lo había dicho enfrente de él. El pequeño peliazul enrojeció de manera increíble y rápidamente llevó sus manos a su boca, impidiendo que alguna otra cosa saliera.

La ronca risa del pelinegro sacó al peliazul de sus pensamientos hormonales.

—Gracias, tú también te ves increíblemente sexy, pequeño —mencionó dándole una mirada de pies a cabeza.

Skyler enrojeció a más no poder, bueno, más de lo que ya estaba.

—Gracias, Levi —agradeció de forma tímida —. Pasa —se movió a un lado. El de ojos ámbar aceptó la invitación y pasó a la sala —. ¿Gustas algo de beber? —preguntó.

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⏰ Última actualización: Apr 16, 2022 ⏰

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